Johana Clavel - Cocina latina ligera

Mi nombre es Johana Clavel. Soy esposa y empresaria, chef de profesión, cocinera de corazón y madre de un hermoso niño. Siempre me gustó cocinar. Desde muy pequeña quise ser chef y, aunque al principio no tuve la oportunidad de estudiarlo como profesión, nunca abandoné ese sueño.

Mis travesías en la cocina comenzaron a los 10 años, más o menos. Al principio siempre cometía pequeños desatinos, pero estos solo me enseñaron que la práctica hace al maestro. De niña, me encantaba ver programas de cocina en televisión y hojear libros de recetas. Le preguntaba a mi mamá, a mi abuela o a mis tías cómo preparaban sus ricas comidas. La cocina empezaba a ser, más que una simple curiosidad, un mundo desconocido lleno de magia y sabor.

Aún recuerdo un episodio que cada Navidad o en reuniones familiares es tema de conversación. Se trata de la vez que le pregunté a una tía cómo había preparado un dulce de mamón que nos había dado a probar. Intenté hacerlo cuando llegué a casa, pero se podrán imaginar lo que sucedió, dada mi poca experiencia, tan escasa como mi edad: quemé una de las ollas más costosas de mi mamá. Debido a la urgencia por esconder mi error, oculté la olla en el techo de mi casa. Al poco tiempo, mi mamá empezó a echar en falta la olla y me tocó confesarle lo que había sucedido, pero cuando fui a buscarla en donde la había escondido, ya no estaba. Alguien debió habérsela llevado, pero en mi inocencia pensé y le dije a mi madre que, como yo le había pedido a Dios que ella no se diera cuenta de la ausencia de la olla para que no me regañase, estaba segura de que había sido Él quien la había desaparecido. ¿Cómo podría regañarme después de semejante respuesta?

De pequeña, también me gustaba el modelaje, y mis padres me inscribieron en academias donde, además de enseñarnos a caminar por la pasarela, posar para las fotos y bailar, recibí mis primeras clases sobre nutrición, de la mano de una bella y saludable nutricionista llamada Marina. En aquellas clases aprendí muchas cosas, en especial que una lata de refresco contiene de 12 a 16 cucharadas de azúcar; que el té frío instantáneo (que conocemos como Nestea) contiene exactamente una cantidad de azúcar similar; que las carnes rojas son altas en grasas saturadas y no debemos consumirlas más de dos veces por semana; que el azúcar, las bebidas dulces y las golosinas pueden causar celulitis, y que los excesos siempre son malos. Es por ello que, desde los 13 años, empecé a cuidar un poco mi alimentación. Dejé de consumir gaseosas y seguí los consejos que había recibido, y muchas veces me encargué de preparar comidas para mi familia.