Equipo de Expertos 2100
EL GRAN LIBRO
DE LOS
TEST PSICOTÉCNICOS
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
El autor agradece al señor Aldo Castelli la cesión del material fotográfico referido a la magia salomónica.
Traducción de Ariadna Martín Sirasols.
Fotografías de la autora salvo cuando se indica otra procedencia.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2018
© [2018] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-639-7
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
Introducción
«¿Quién soy yo?» Tal vez no exista hoy en día una pregunta más irresistible, habitual y urgente que esta. Antes o después, todos debemos enfrentarnos con ella. Y no resulta suficiente ese espejo que nos devuelve nuestra imagen, ni tampoco la respuesta que nuestros más próximos allegados puedan darnos y mucho menos los datos que figuran en nuestro carnet de identidad con toda exactitud. Esa pregunta nos exige mucho más, va directamente al núcleo de nuestro ser, a todo aquello que se encuentra detrás de nuestras actitudes y de nuestra forma de pensar. Dicho de otro modo: se dirige directamente a nuestro Yo. Y si en otros tiempos eran la religión y la filosofía quienes respondían a estos interrogantes, en el momento actual, el ansia de conocimiento ha hallado nuevas fuentes en las que saciar su sed como la psicología y el psicoanálisis.
Sin embargo, aunque los instrumentos de conocimiento sean distintos y las respuestas difieran, la cuestión fundamental es hoy la misma que la que se plantearon los filósofos griegos hace más de dos mil años años: todos intentamos conocernos más.
Para la civilización latina, en la cual todavía nos encontramos inmersos, el término persona se utilizaba para denominar la máscara del actor, que podía intercambiarse para representar diversos caracteres. Hoy en día, con esta palabra, se define la actitud que nosotros asumimos frente a los demás como reacción ante las diversas circunstancias. Una actitud que, al igual que una careta, podemos transformar a nuestro gusto. ¿Cuál es, pues, nuestra máscara preferida? ¿Y qué hay detrás de ella? Nuestra imagen interior, la que tratamos de cubrir, ¿desmiente o corrobora la que aparece en la superficie, mucho más vistosa y perfilada, con la que tratamos habitualmente de enmascarar nuestro rostro? Son preguntas que antes o después todo el mundo se plantea, aunque sea en otros términos. «¿Estoy a la altura de las circunstancias?» «¿Habré sido todo lo sincero que debía?» «¿Puedo realmente asumir cualquier responsabilidad?»
Interrogantes como estos se nos plantean cada día, y se refieren a las actitudes más externas. Pero, también de un modo instintivo, cada uno de nosotros se habrá preguntado, al menos una vez en la vida, algo más sobre sí mismo, hasta llegar a la inevitable cuestión: «Pero, ¿quién soy yo realmente?» «Uno, nadie, cien mil» respondería ambiguamente Pirandello, llevando hasta el infinito esta búsqueda, ya que, de hecho, según el autor siciliano, detrás de una máscara a menudo se esconde otra, y otra, o bien cada uno de nosotros termina convirtiéndose, precisamente, en el personaje que la máscara le había impuesto.
Como podemos ver, no todo es tan simple: es fácil saber lo que se busca; lo difícil es encontrar el método adecuado. En una época como la nuestra, dominada por el cientificismo y la tecnología, ¿nos podemos conformar con respuestas ambiguas, como las que nos proporciona la astrología, la cartomancia, la fisiognomía o la lectura de las líneas de la mano? Si la báscula nos permite medir el peso corporal, la cinta métrica la estatura, el electrocardiograma las funciones cardíacas y el electroencefalograma las del cerebro, ¿qué instrumento nos permitirá medir, encasillar y catalogar todos los aspectos y matices de la personalidad?
La clave de la cuestión puede hallarla la psicología, una ciencia joven que mediante diversos métodos se propone estudiar los comportamientos humanos, así como el significado más profundo de estas manifestaciones externas.
Una de las herramientas de análisis y evaluación más desarrolladas es el test psicológico, que mide reacciones, informaciones, actitudes y los traslada a unas escalas de valoración predeterminadas basadas en modelos estadísticos. Hay quien sostiene que, sobre todo los test de aptitud —por otra parte muy utilizados para la selección del personal en las industrias y para la orientación de los estudiantes hacia determinado campos del saber— son inmejorables instrumentos, capaces de ofrecer informaciones nuevas, útiles, que no siempre habían resultado evidentes.
Sin embargo, no todos están a favor: hay también quien opina que los test son arbitrarios, fragmentarios y, sobre todo, que no están en condiciones de ofrecer una visión real y global de la personalidad porque los parámetros de medición son tan teóricos que pueden provocar una distorsión en los resultados, sin tener en cuenta, además, la respuesta que pueden generar en quien los hace. No pocas veces el miedo a las consecuencias, el deseo de hacer un buen papel o la incapacidad de la persona de responder en forma objetiva a las preguntas que sondean su comportamiento han jugado una mala pasada a ciertas personas, haciéndoles quedar muy por debajo de sus aptitudes reales.
Pero por encima de las opiniones de los expertos, la respuesta definitiva llega del propio público: el gran interés hacia todo aquello que sondea la personalidad, el constante aumento de publicaciones que proponen diversos test y autoexámenes, el índice de audiencia de transmisiones de la televisión, que ponen a prueba a miles de espectadores, así como la curiosidad hacia todo aquello que contribuye a dar más información sobre el propio Yo, son la demostración de que el test, por muy cuestionable, falaz y sibilino que sea, provoca una gran fascinación.
Seamos sinceros: ¿quién logra resistir la tentación de responder a estas preguntas, en el fondo de las cuales existe la certeza de una puntuación y de una valoración que nos dice cómo somos?
No existe ningún viaje más emocionante y más rico en sorpresas que el que podemos hacer dentro de nosotros mismos.
Y eso es precisamente lo que propone este libro: la oportunidad de conocernos y de afrontar ese viaje fascinante mediante un instrumento sencillo y eficaz: unas cuantas baterías de test que permiten sondear nuestra personalidad desde distintos puntos de vista —las relaciones con los demás, con nosotros mismos, con el propio cuerpo, con el trabajo o con el estudio— de una forma amena e incluso divertida, pero también rigurosa, y que nos ayudará a esbozar un retrato bastante fidedigno de nuestra personalidad.
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