EL GRAN LIBRO DE LA
kombucha
Cómo preparar,
dar sabor y mejorar tu salud con el
té fermentado
Hannah Crum y Alex LaGory
PRÓLOGO DE SANDOR ELLIX KATZ
Edición original: The Big Book of Kombucha. Brewing, Flavoring, and Enjoying the Health Benefits of Fermented Tea
© Hannah Crum y Alex LaGory, 2016
Publicado por primera vez en Estados Unidos por Storey Publishing LLC
Publicado por acuerdo con Storey Publishing LLC, 210 MASS MoCA Way, North Adams, Massachusetts 01247
De esta edición
© Sonmo Playwright., S. L. U., 2019
Publicado por:
Editorial Diente de León
Avenida Luis Salvador Cilimingras, s/n
07170 Valldemossa (liles Balears)
www.editorialdientedeleon.com
Primera edición: septiembre 2019
© Hannah Crum y Alex LaGory, 2016
© De la traducción: Mónica Fernández Perea, 2019
© De la tipografía y diseño: Alethea Morrison
© De las ilustraciones: Georgina Luck (manchas), Yao Cheng Design, LLC (apertura de capítulos) y Katie Ebert (acuarelas)
© De las fotografías: Matt Armendariz, excepto por
2004 Stijn Ghesquiere/ Wikimedia Commons,
Diseño de cubierta: Jaime Cruz
ISBN eBook: 978-84-123669-4-5
La editorial DDL está comprometida con la ecología y la salud, lo que significa reducir al mínimo nuestro impacto medioambiental.
Reservados todos los derechos en lengua castellana. No está permitido la reproducción total ni parcial de esta obra, ni su tratamiento o transmisión por ningún medio o método sin la autorización por escrito de la editorial.
La editorial agradece todos los comentarios y observaciones:
A todos los organismos impulsados por bacterias que viven en simbiosis en cualquier lugar. Cuanto más aprendemos, más crecemos, juntos.
Índice
NOTA DE G. T. DAVE
La kombucha llegó a mi vida hace más de veinte años y me cambió para siempre. Mis padres, que recibieron un cultivo de kombucha de un amigo de la familia, comenzaron a hacer y beber kombucha en nuestra casa. Me llamó la atención lo rápido que se enamoraron de esta bebida y lo bien que les hacía sentir y verse. Pero no fue hasta la batalla de mi madre contra el cáncer de mama cuando me di cuenta de la magnitud de las propiedades beneficiosas de la kombucha para la salud. Sus médicos estaban maravillados, y yo pude observar de primera mano cómo la kombucha la mantuvo fuerte y resistente durante todo el periodo de recuperación. Fue entonces cuando me convencí de que la kombucha era un regalo que había bendecido a mi familia, y que era necesario compartirlo con el resto del mundo.
Tanto Hannah como yo hemos experimentado que la afirmación «la kombucha cambia tu vida» se queda muy corta. La kombucha restaura el equilibrio de la digestión, rejuvenece el sistema inmunitario y revitaliza la mente. Tomarla desencadena pensamientos y maneras de vivir más elevados porque te reconecta con tu cuerpo.
La kombucha también es un instrumento para encontrar nuevos caminos hacia una vida más sana, y por lo tanto más feliz. A través del ciclo simbiótico de vida del cultivo madre y del «hijo», te recuerda constantemente que necesitamos buscar la fuerza vital en todos nuestros alimentos, y rodearnos de amor y energía positiva. Tanto si preparas tu propia kombucha como si alguien la prepara para ti, en este libro descubrirás el impacto que puede tener en tu vida; incluso podría cambiarte para siempre.
- G. T. DAVE
Fundador y presidente de GT’s Kombucha
PRÓLOGO
La kombucha, o té azucarado fermentado, se ha convertido en la bebida del nuevo milenio. No es que sea nada nuevo, porque no lo es. Como todos los alimentos y bebidas fermentados, es antigua y sus orígenes concretos son difusos. Pero hasta la llegada del nuevo milenio no había sido comercializada, sino que se había extendido exclusivamente por canales alternativos.
El inóculo de la kombucha es un disco gomoso conocido como «la madre», un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras (SCOBY, por sus siglas en inglés), que en cada tanda produce una nueva capa que se va engrosando. Cualquiera que haga kombucha obtendrá más y más madres, y a menudo querrá compartirlas con una insistencia evangelizadora.
Me encontré por primera vez con la kombucha alrededor de 1994, cuando un amigo que tenía sida y estaba pasando por una crisis de salud muy grave decidió probar con la kombucha tras enterarse de sus supuestos beneficios para el sistema inmune. Muy pronto acumuló un montón de madres y comenzó a regalárselas a sus amigos para que se las llevaran a casa.
La kombucha continúa extendiéndose en el ámbito de lo alternativo, pero también ha generado una industria, con ventas anuales en Estados Unidos estimadas en seiscientos millones de dólares, y subiendo. Este libro lo han escrito dos de las personas que se han dedicado en cuerpo y alma al éxito continuado de la kombucha. Hannah y Alex imparten talleres, venden madres de kombucha así como kits, coordinan a pequeños productores y ahora han escrito este libro.
El gran libro de la kombucha sin duda hará desaparecer cualquier miedo que puedas tener a la preparación de tu propia kombucha. Está lleno de ideas innovadoras para incorporar sabores e incluye una sección de resolución de problemas muy concienzuda. Los autores proponen el uso de la kombucha como un tónico curativo, pero lo hacen de una manera equilibrada, respaldada con referencias a estudios científicos, a diferencia del bombo desproporcionado de otras afirmaciones poco corroboradas. Por mucho que me guste la kombucha (y el chucrut, el kéfir y muchos otros fermentados), encuentro poco razonable esperar que un solo alimento o bebida pueda curar enfermedades concretas.
Menciono estos otros fermentados porque la kombucha existe en el contexto mucho más amplio de los alimentos y bebidas transformados por la acción de los microrganismos. De acuerdo con algunas estimaciones, un tercio de todos los alimentos que consumen los seres humanos han sido fermentados antes de ser comidos. El pan, el queso y las carnes curadas son alimentos fermentados. El chucrut, el kimchi, las aceitunas y ciertos tipos de encurtidos están fermentados. Lo mismo se puede decir de la salsa de soja, la salsa de pescado y el vinagre que encontramos en la mayoría de los condimentos. El café, el chocolate y la vainilla están fermentados, así como los vinos y las cervezas. Los sabores propios de la fermentación predominan no solo en las cocinas occidentales sino en las de todo el mundo. En muchos lugares los fermentados son alimentos cotidianos esenciales. Jamás pude encontrar un solo ejemplo de una tradición culinaria que no incorporase la fermentación.