Dr. Jeffrey De León
con Dr. Miguel Nuñez
© 2010 por Jeffrey de León
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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Citas bíblicas marcadas “NVI” son de
la Nueva Versión Internacional® NVI®
© 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usada con permiso.
Citas bíblicas marcadas “RVR 1960” son de
La Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960
© 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina,
© renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas.
Usados con permiso.
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN: 978-1-60255-377-4
Impreso en Estados Unidos de América
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CONTENIDO
La palabra que tenemos que explicar en español
Ya basta del liderazgo que hace lo que quiere, como quiere y cuando quiere. Accountability tiene que ser una de las mejores palabras en el idioma inglés. Lastimosamente, no la tenemos en español. Para poder definirla en español, más bien tenemos que explicarla. Básicamente, accountability quiere decir algo como: rendir cuentas a otro. Y me parece que mucha gente hoy día no está convencida de lo importante y relevante que es el poder de rendir cuentas a otros.
Quisiera ilustrarlo con una experiencia personal. Hace mucho tiempo atrás decidí que no quería ser un líder solitario y, por lo tanto, me propuse entablar amistad con personas que respetaba y que sabía tenían mucho que enseñarme. Algunas de esas personas no tienen mis títulos universitarios, ni han escrito libros, ni tienen cuatro millones de kilómetros recorridos en avión ni tampoco han experimentado lo mismo que yo. Sin embargo, aman a Dios y sus experiencias les han enseñado una infinidad de lecciones tremendamente valiosas. Y yo quiero aprender de ellos. Quisiera enfatizar que esas amistades se desarrollaron a través de los años y en una manera intencional. Básicamente, considero a ese grupo de personas como mis consejeros.
En varias ocasiones, esta gente que respeto y amo —primero por su compromiso con Dios y segundo por su sabiduría—, han tomado decisiones para la organización en la que trabajo. En algunas ocasiones muy raras han sido para beneficio de la organización y mi persona, y aclaro que yo no las apoyo por completo. Eso ha traído malos entendidos y opiniones muy fuertes de parte de otros. No obstante, quisiera contar algo que pasó no hace mucho tiempo.
Mi equipo de trabajo confirmó mi participación en un evento en cierto país. Después de revisar el horario del acto, mi cuerpo de consejeros consideró que no era bueno que viajara tan lejos —sobre todo de mi familia— si mi participación no sería utilizada de la mejor manera posible. Así que pidieron que cancelaran mi participación. La respuesta de los solicitantes, que supuestamente eran nuestros amigos, fue insolente e irrespetuosa. Además, pusieron en duda la decisión tomada por mi cuerpo de consejeros.
¿Tenía que explicarle a alguien la decisión tomada por el bien a mi familia? ¿Tenía que justificar la razón de la cancelación? Tal vez podamos estar en desacuerdo, pero no creo que el hecho de que mi familia me necesite y sea una prioridad deba ser explicado a nadie. El punto es que mi intención de someterme a lo que mi cuerpo de consejeros había decidido fue vista como una falta de carácter de mi parte por no poder o no querer pasar por encima de ellos.
Sería bueno aclarar que he escogido no ser la clase de líder que puede hacer lo que quiera, como quiera y cuando quiera sin darle cuentas a nadie. Yo escogí estar bajo el consejo de mis líderes y por eso algunos me han categorizado como falto de carácter e integridad. Me parece interesante que la crítica viniese específicamente de uno de esos líderes que tiene problemas con el principio de darles cuentas a otros. Su estilo de liderazgo es hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera sin importar quién tenga que ser pisoteado, usado o manipulado en el proceso, con tal de conseguir las metas egocéntricas e hipócritas que unilateralmente estableció.
Es importante mencionar que no hay una ley que prohíba ser esa clase de líder. Es más, hoy día nuestros países están llenos de esa clase de líderes que hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren, y lo peor es que lo hacen en nombre de la misión que se supone que Dios les ha dado. El problema es que Dios estableció las comunidades para que las personas se amen y se respeten.
El liderazgo que Dios ha levantado tiene como fin principal servir a esas comunidades. Entonces, ¿por qué no hacerlo a través de un liderazgo compartido en el que, por muy alta que sea la posición, el líder todavía entienda que es saludable rendir cuentas a otros? Necesitamos líderes que sepan seguir para poder liderar. Esto quiere decir que mi propuesta es que mientras lidero, puedo y debo seguir a otros. La idea no es pasar algún tiempo siguiendo algo para luego dejarlo a fin de poder liderar. Mi propuesta es que continuemos siguiendo para poder liderar. Es lo que llamo seguirazgo.
Ca • pí • tu • lo / 1 /
EL SEGUIRAZGO
Los hombres y las mujeres hacen historia, y no al revés.En períodos en donde no hay liderazgo, la sociedad se quedaestancada. El progreso ocurre cuando líderes valientes, diestros,aprovechan la oportunidad para cambiar las cosas a algo mejor.
—Harry S. Truman
Los movimientos más importantes del mundo fueron perpetuados por líderes que aprendieron de otros. Entendieron el valor de las alianzas y de las relaciones personales como mentores. Su desarrollo como líderes se describe mejor bajo el término «seguirazgo», porque fue sólo cuando estos líderes se humillaron y se hicieron servidores que estaban dispuestos a obedecer la voluntad de sus amos, que pudieron obtener gran liderazgo y perpetuar el gran impulso que habían recibido. Hay dos líderes a quienes Dios dio asombroso poder visible que sobresalen en la historia del mundo. Fueron Moisés y Elías. El trabajo de estos dos líderes continuó por medio de hombres que anduvieron con ellos y que los habían seguido. El «seguirazgo» describe los años de desarrollo de liderazgo que Josué adquirió, como criado. Siguió las pisadas de Moisés, y por eso pudo, mediante el poder de Dios, dirigir fielmente a la nación de Israel a la Tierra Prometida y conquistarla. «Seguirazgo» describe cuando Dios escogió a Eliseo para que fuera criado de Elías y Eliseo dejó su herencia y obedeció. Siguió y sirvió a uno de los más grandes profetas de la historia. Debido a que estuvo dispuesto a servir, llegó a ser el nuevo profeta y recibió una doble porción de la bendición de Dios. En verdad, Eliseo llegó a ser el profeta que hizo más milagros en Israel desde los días de Moisés, y que nunca más volverían a ser hechos hasta los días de Jesús y sus discípulos.
Luego tenemos a Jesús. Él se levanta sólo en una categoría completamente diferente. Como Dios, no podemos llamarlo simplemente un gran líder. Sin embargo, incluso como Dios modeló el principio del seguirazgo, Jesús entendió cómo seguir. Se sometió a la voluntad de su Padre. Enseñó a los discípulos a hacer lo mismo. Ellos se sometieron a él y llegaron a ser grandes. Simón, el pescador, siguió al Señor y fue transformado en Pedro, la roca que llevó a miles a Jesús. Y los demás discípulos, ya fueran pescadores sin mayor educación o educados cobradores de impuestos, todos impactaron al mundo para Jesús porque habían sido sus siervos. Moisés y Josué. Elías y Eliseo. Pablo y Bernabé. La lista de los que se convirtieron en grandes líderes porque siguieron a otros no se detiene. Todos estos líderes, apóstoles y profetas, ¡también aprendieron el arte de seguir antes de llegar a ser grandes! Por ejemplo, Moisés tuvo que someterse a sus maestros egipcios, al faraón, y luego sirvió a su suegro, Jetro, antes de estar en el punto en que Dios pudiera usarlo. El verdadero liderazgo incluye líderes que están dispuestos a someterse al desarrollo de liderazgo incluso si ya son líderes. Esto es clave al gran liderazgo y está bien documentado en las Escrituras. Sin embargo, a pesar del hecho de que todavía es relevante y vital, a menudo brilla por su ausencia en la iglesia y el terreno laboral del siglo veintiuno. El propósito de este libro es volver a enfocar en este aspecto crucial del liderazgo.
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