E l tema anterior lo dejamos detenido en el año 500 a. de J. C. Forzoso es que éste comience donde aquél terminó. Todas las fechas son convencionales y hasta cierto punto arbitrarias. Pero también necesarias como índices que nos señalan los estadios sucesivos de la evolución humana. La fecha del 500 (concretamente del 511) tiene importancia, porque desde entonces se producen cambios en la vida griega. Profundas y radicales transformaciones, como la implantación de la “democracia” y la “ilustración” griega, junto a otros cambios más aparentes, de corte puramente político, como las Guerras Médicas o las del Peloponeso. Que unos sean determinados por los otros es algo que ni nos atrevemos a negar ni estamos dispuestos a defender. Es necesario destacar la importancia de la “ilustración” de los siglos V y IV, como el fenómeno intelectual más poderoso del mundo antiguo, sólo comparable a la ilustración europea del siglo XVIII.
La fecha final de este período la hemos fijado en el 336 a. de J. C. porque es la llegada al poder de Alejandro Magno, que va a originar de nuevo profundas crisis en la estructura económica, política y cultural de la Hélade. En el tema siguiente -el Helenismo- estudiaremos esta crisis con detalle. He aquí, pues, el panorama de la historia griega, que la necesidad de programación nos ha hecho agrupar en tres unidades expositivas. La primera -época arcaicacubre el período del siglo X al V a. de J. C. La segunda -época clásica- corresponde a los siglos V y IV a. de J. C., y, por fin, la tercera -época helenística- cubre la época que va desde Alejandro Magno a la conquista de la Hélade por Roma. Esta división (arbitraria desde muchos puntos de vista) nos ha parecido la menos mala.
ACONTECIMIENTOS POLÍTICOS MÁS IMPORTANTES
Estos dos siglos de la vida griega son ricos en acontecimientos de toda índole, sobre todo bélicos. Puede decirse -sin temor a error- que es la época más belicosa de Grecia.
A finales del siglo VI hubo una reacción aristocrática en todas las ciudades griegas que derribó a los “tiranos” que se habían encumbrado con el apoyo popular. La aristocracia no quería perder sus privilegios y los “tiranos” apenas duraron dos generaciones. Sus herederos fueron violentamente expulsados de casi todas las “polis”. Por ejemplo, en Atenas, el “tirano” Pisístrato deja en el poder a sus hijos Hiparco e Hipias, que son víctimas de constantes motines y golpes de Estado. Por fin, el año 511 fueron expulsados (desterrado uno y muerto el otro) del poder. Un noble alcmeónida, Clístenes, gobierna Atenas mediante un estatuto original, que va a pasar a la Historia bajo el nombre de “democracia”, el gobierno del pueblo.
El año 490 a. de J. C. Ios griegos se enfrentan al mayor peligro de su historia. Persia (con Darío y Jerjes) conquista las ciudades jonias de Asia Menor. Las antiguas colonias griegas: Mileto, Efeso, Focea, Cnido, Halicarnaso, Teos, etc…, son reducidas a un duro vasallaje bajo la jurisdicción de un sátrapa. Los jonios se sublevaban constantemente, pero nada podían hacer contra el tremendo poder del Rey de Reyes. En una de estas sublevaciones, Mileto pidió ayuda a Atenas y ésta le envió fuerzas y dinero para combatir a Darío durante algún tiempo. Al fin fue tomada por los persas y Darío quiso escarmentar a los helenos atacando la misma Atenas. Envía una escuadra al Ática y sus ejércitos desembarcan en la llanura de Maratón, a pocos kilómetros de Atenas, donde son estruendosamente derrotados por los atenienses, al mando del “polemarca” Milcíades (ver tema VI), el año 489 a. de J. C. Es la primera “guerra médica” (los griegos las llamaron así porque confundían a medos y persas). Diez años más tarde, estando en el trono Jerjes, se resucita la hostilidad entre helenos y persas. El Rey de Reyes prepara ahora un impresionante ejército y lo conduce por tierra contra Grecia, dando un rodeo por el Bósforo, Tracia y Macedonia. Por primera vez, los helenos todos se sienten amenazados por un peligro común. El soberano persa no se contentaría con destruir Atenas, y todas las “poleis” iban a caer en manos de los asiáticos, como había ocurrido con las colonias jonias. Los griegos piden consejo al Oráculo de Delfos y Apolo les predice la derrota a manos de los persas. Algunos Estados, como Tesalia, deciden pactar con los persas y permitirles el paso por sus dominios, pero la mayoría se apresta a la lucha. Trescientos espartanos, al mando de Leónidas, detienen el formidable ejército persa, contra todo pronóstico, en el paso de las Termópilas. Es sólo una detención provisional, pero esta victoria infunde valor y confianza a los griegos, que reúnen sus fuerzas en el istmo de Corinto. El año 480 los persas son vencidos en Maratón por tierra y en Salamina, por mar. El 479 son derrotados por tierra en Platea y nuevamente por mar en Micala. Los ejércitos griegos estaban dirigidos por los reyes espartanos y la Armada por nautas atenienses. La segunda “guerra médica” acabó, como la primera, con un rotundo desastre para los asiáticos, pese a su superioridad numérica y a las predicciones de Apolo.
Los atenienses pensaron sacar partido económico de esta victoria y convencieron a todas las “poleis” marítimas del Egeo para formar una Liga permanente contra los persas, llamada Liga de Delos (año 478 a. de J. C.). Atenas detentó la hegemonía de la Liga durante más de cincuenta años. La Liga tenía una escuadra común que combatía contra las naves persas, defendía a los coaligados en caso de ataque y vigilaba el comercio jonio. A cambio, los coaligados enviaban naves, hombres y dinero para sufragar los gastos de la Liga. Pero la política de Atenas no estaba dirigida solamente a defender Grecia contra los persas, sino que utilizó el poderío naval de la Liga para desembarazarse de vecinos molestos, como Corinto, que le hacía la competencia en la industria cerámica. Algunos políticos, como Cimón, no quisieron seguir esta política provocadora de Atenas, que conducía a la desunión entre los griegos y enfrentaba a jonios y dorios. El año 431 muere Cimón y sube al poder Pericles que, por necesidades políticas, desarrolla una campaña de bloqueo contra las ciudades dorias del Peloponeso, pese a la estricta advertencia de Esparta en sentido contrario. Con motivo de unas acciones navales contra Megara y Egina, estalla la guerra del Peloponeso, que dura desde el 431 al 404 a. de J. C. La guerra es la lucha entre la Liga de Delos -marítima y mercantil- y la Confederación de Esparta -agrícola y continental. Aunque intervienen en ella casi todas las “poleis griegas”, puede decirse que quien lleva la iniciativa en ambos campos son Esparta y Atenas, el ejército imbatible por tierra y la escuadra superior en el mar. Por no tratarse de dos potencias homogéneas, sino combatientes cada una en un terreno distinto, la guerra se prolonga indefinidamente. La rivalidad de estas dos “poleis” tiene antiquísimas raíces raciales. Los atenienses eran jonios y tenían un sentido liberal de la existencia, abierto a todas las innovaciones, propio de una civilización urbana y mercantil. Los espartanos eran dorios y vivían de la agricultura, y su mayor riqueza era la tierra que cultivaban sus esclavos, los “ilotas”. Ellos viven dedicados a la caza y el deporte como mejor preparación para la guerra. Son tradicionalistas y muy conservadores, reacios a toda novedad política e ideológica. Esparta encarna la tesis helena arcaica, mientras que Atenas es la antítesis moderna y progresista. Atenas es la ciudad del clasicismo y la “Ilustración” griega por antonomasia.