Durante la Segunda Guerra Mundial, 131 ciudades y pueblos alemanes fueron tomados como objetivo de las bombas de los Aliados, buen número de ellos resultaron arrasados casi por completo. Murieron seiscientos mil civiles alemanes: una cifra que duplica el número de las bajas de guerra sufridas por los americanos. Siete millones y medio de alemanes quedaron sin hogar. El autor se hace una pregunta: ¿por qué este tema ocupa tan escaso espacio en la memoria cultural de Alemania? Y para responderla examina viejas y piadosas interpretaciones y las sustituye por incómodas, pero necesarias, verdades.
W. G. Sebald
Sobre la historia natural de la destrucción
ePub r1.1
Rob_Cole 15.01.2018
Título original: Luftkrieg und Literatur
W. G. Sebald, 1986
Traducción: Miguel Sáenz
Retoque de cubierta: Mangeloso
Editor digital: Rob_Cole
Primer editor: Mangeloso (r1.0)
ePub base r1.2
WINFRIED GEORG SEBALD fue un escritor alemán nacido en Allgäu (Baviera). Con 26 años llegó a Norwich (Inglaterra) para dar clases en la Universidad de East Anglia y dónde, desde 1987, ocupó la cátedra de literatura europea. Fue fundador del prestigioso British Centre for Literary Translation, del que fue director hasta 1994.
Escritor tardío, su primera novela Vértigo (1990), la escribió cuando contaba 46 años; fijó las formas y los territorios de una narrativa que en sólo diez años y otros tres libros, Los emigrados (1996), Los anillos de Saturno (2000) y Austerlitz (2002), le convirtieron en autor de culto.
Sebald poseedor de una prosa exquisita donde es patente cómo cada palabra es amada por lo que es y cada frase por su música, se dedicó sistemáticamente, durante años, a tratar de entender el peso especificó que tiene la cultura de los muertos sobre la cultura de los vivos. El caso de su patria fue el mejor ejemplo que pudo haber escogido. Como parte de la mal llamada «literatura del Holocausto», la figura de Sebald es decisiva para todo aquel que esté realmente interesado en la historia de la cultura reciente.
Su literatura transgenérica, riquísima y compleja mezcla de ensayo, novela, libro de viajes y poesía situarán a Sebald, si es que no lo está ya, en la cumbre de los escritores llamados universales.
Max Sebald, como así le llamaban sus amigos, y que solía ocultar su presencia tras la figura de un caminante más de las tierras desoladas de Norwich, murió víctima de un accidente automovilístico, tras sufrir un infarto y estrellarse contra un camión, el 16 de diciembre de 2001.
Notas
[1] Véase H. Glaser, 1945-Ein Lesebuch (Frankfurt am Main, 1995), págs. 18 y ss., así como Sir Charles Webster y Noble Frankland, The Strategic Air Offensive against Germany (Her Majesty’s Stationery Office, 1954-1956) , especialmente el vol. IV, con apéndices, estadísticas y documentos.
[2] Alexander Kluge, Geschichte und Eigensinn (Frankfurt am Main, 1981), pág. 97.
[3] Citado en Hans Magnus Enzensberger, Europa in Trümmern (Frankfurt am Main, 1990), pág. 240.
[4] Citado en ibid., pág. 188.
[5] Willi Ruppert, … und Worms lebt dennoch (Wormser Verlagsdruckerei).
[6] Enzensberger, op. cit., pág. 110.
[7]Ibid., pág. 11.
[8] Heinrich Böll, Hierzulande (Munich, 1963), pág. 128.
[9] Heinrich Böll, Der Engel Schwieg (Colonia, 1992).(Traducción española de Ana Mª de la Fuente, El ángel callaba, Barcelona, 1993).
[10] Enzensberger, op. cit., págs. 20 y 21.
[11] Hans Erich Nossack, «Der Untergang», en Interview mit dem Tode (Frankfurt am Main, 1972), pág. 209.
[12] «En la seguridad de la paz, la función del bombardero en la guerra es algo que muchos políticos y civiles preferirían olvidar», Max Hastings, Bomber Command (Londres, 1979), pág. 346.
[13] «… y es un ataque de exterminación absolutamente devastador llevado a cabo por bombarderos muy pesados de este país sobre el territorio nazi», citado en Charles Messenger, «Bomber» Harris and the Strategic Bombing Offensive 1939-1945 (Londres, 1984), pág. 39.
[14] «… a fin de destruir la moral de la población civil enemiga y, en particular, de los trabajadores industriales», Webster y Frankland, op. cit., vol. IV, pág. 144.
[15] Albert Speer, Erinnerungen (Berlín, 1969), págs. 359 y ss. (Traducción española de Ángel Sabrido, Barcelona, 2001).
[16] Hastings, op. cit., pág. 349.
[17] «… que “Bomber” Harris había conseguido tener un singular ascendiente en Churchill, por lo general dominante y entrometido», Gerard J. De Groot, «Why did they do it?», en The Times Higher Educational Supplement, 16 de octubre de 1992, pág. 18.
[18] «… en el sentido de que quienes habían liberado esos horrores sobre la humanidad sufrirían ahora en sus personas y hogares los golpes demoledores de un justo castigo», citado en ibid.
[19] Solly Zuckerman, From Apes to Warlords (Londres, 1978), pág. 352.
[20] Elaine Scarry, The Body in Pain (Oxford, 1985), pág. 74.
[21] «Ahora, delante mismo de nosotros, están la oscuridad y Alemania».
[22] «el navegante, un australiano de Brisbane»; «el artillero superior medio, que antes de la guerra se dedicaba a la publicidad, y el artillero de cola, un granjero de Sussex».
[23] «Ahora estamos ya sobre el mar, sin perder de vista la costa enemiga».
[24] «… muro de reflectores, a cientos, en conos y racimos. Es un muro de luz con muy pocos huecos y detrás de este muro hay una fuente de luz deslumbrante, que resplandece en rojo y verde y azul, y sobre esta fuente hay miríadas de bengalas en el cielo. ¡Es la ciudad!… Va a ser algo sin sonido, el estruendo de nuestro avión lo ahoga todo. Vamos derechos hacia la más gigantesca exhibición de fuegos artificiales silenciosa del mundo, y vamos a lanzar nuestras bombas sobre Berlín».
[25] «No hay que hablar demasiado». «Dios, un espectáculo realmente espléndido». «El mejor que he visto en mi vida». «¡Mirad ese incendio! ¡Vaya!». Raid on Berlin (4 de septiembre de 1943), audiocasete (Imperial War Museum, Londres).
[26] Klaus Schmidt, Die Brandnacht (Darmstadt, 1964), pág. 61.
[27] Véase Nikolaus Martin, Prager Winter (Munich, 1991), pág. 234.
[28] Friedrich Reck, Tagebuch eines Verzweifelten (Frankfurt am Main, 1994), pág. 220.
[29]Ibid., pág. 216.
[30] Nossack, op. cit., pág. 213.
[31] En Neue Geschichten, Hefte 1-18 , «Unheimlichkeit der Zeit» (Frankfurt am Main, 1977), pág. 106.
[32]Ibid., pág. 104.
[33] Véase Victor Klemperer, Ich will Zeugnis ablegen bis zum letzten - Tagebücher 1933 - 1945 (Berlín, 1995), págs. 661 y ss. (Traducción española de Carmen Gauger, Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios 1942-1945 , Barcelona, 2003).
[34] Nossack, op. cit., pág. 211.
[35] Reck, op. cit., pág. 216.
[36]Ibid., pág. 221.
[37] Citado en Enzensberger, op. cit., págs. 203 y 204.