Título original: NO ME JUDAS SATANAS!!, publicado en Popular1 #310, agosto de 1999
César Martín, 1999
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
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Una elegante fiesta congrega a las figuras más representativas de la vida social madrileña de los años 50, en su mayoría personajillos horteras muy típicos de la España cañí de entonces. En medio de tanta chusma, destaca un rostro anónimo pero especial, y un cuerpo que en los siguientes años calentará a los hombres de media humanidad. Se trata de una preciosa italiana llamada Sophia Loren. Pese a sentirse por lo general muy segura de sí misma, esa noche no puede evitar que le traicionen los nervios, y es que la ocasión no es para menos: en breves momentos se prevee la llegada de uno de los grandes colosos del Hollywood clásico, el mismísimo Cary Grant. Juntos rodarán un film en tierras españolas denominado “Orgullo y pasión”, una peli del montón para el divo americano, que sin embargo representa la oportunidad de su vida para Loren. Finalmente, tras una inexplicable hora de retraso —Cary Grant se caracterizaba justo por su escrupulosa puntualidad—, el actor se dirige a la pobre novata con unas palabras claramente ofensivas: “¿Cómo va, Miss Lolloloren o es Lorenigida? Soy incapaz de pronunciar estos nombres italianos”. Por supuesto, el astro hollywoodense conoce perfectamente el nombre de su compañera de reparto, pero se siente a disgusto por tener que rodar con una recién llegada, y disfruta restregándoselo en la cara. La noche podría haber sido suya, de no ser porque media hora después haría su aparición Frank Sinatra, que se había asegurado de llegar media hora más tarde que Cary, para que quedase claro quién era el jefe ahí. Definitivamente, la película en cuestión no podía empezar peor.
Un rodaje en un lugar remoto como nuestra querida España, una futura sex symbol deseosa de escalar puestos en la industria del cine, un mito de Hollywood a disgusto por verse obligado a cederle un rincón de la pantalla a una desconocida, y para terminar de liarlo todo, el histérico de Sinatra creando docenas de problemas por minuto; bonito cóctel molotov. El rodaje de “Orgullo y pasión” se convertiría, a partir de ese party inicial, en una sucesión de incidentes delirantes que culminarían con la huida de Sinatra, antes de que el director Stanley Kramer hubiese tenido tiempo de finalizar el film; en definitiva, un caso de puro Spinal Tap cinematográfico.
El principal causante de los problemas en esa accidentada película, sería por supuesto Sinatra. La Voz vivía en un continuo “ego trip”, él era el centro del universo y todos debían girar a su alrededor. Los responsables del film le pusieron un Mercedes a su disposición, pero él se sintió insultado y lo rechazó: lo correcto era que le trajesen su jodido Thunderbird desde Hollywood (!!!), cosa que al final no fue posible. Exigía regresar cada noche a su hotel a las 24.00h. en punto, y cuando le comunicaron que eso podía suponer un inconveniente, declaró: “Entonces tendré que mear sobre Stanley Kramer”. Para tocar más los huevos, invitó a su novia de entonces, Peggy Connolly, y cargó al estudio los gastos de ropa y joyas para la niña. Su respeto por Cary Grant era nulo, de hecho se burlaba de él abiertamente llamándole Madre Cary. Y el trato que le dedicaba a Sophia no era mucho mejor. Aprovechando las dificultades de la actriz para entender el inglés, Sinatra solía reírse de ella delante de todo el equipo, comentando: “Sophia, you’re gonna get yours” (“Sophia, tendrás lo tuyo”). Ni que decir tiene que, al pronunciar la expresión “lo tuyo”, Frank se refería a su polla de chulo italoamericano. Las primeras veces que Sophia escuchó esa frase en los labios de Frank, se limitó a sonreír, creyendo que se trataba de alguna expresión inofensiva. Sin embargo, cuando alguien le explicó el significado de la bromita, la actriz esperó a que Sinatra repitiese la frase de rigor, y le obsequió con una exhibición de furia italiana, respondiéndole: “No de ti, italiano hijo de puta”. Como veis, un bonito ambiente de trabajo, que alcanzó su punto culminante cuando Frank se hartó de las incomodidades de España, y abandonó la producción, tras obsequiar a Kramer con una frase de las que no se olvidan: “Tú tienes un abogado y yo tengo un abogado”, eso fue todo, sin entrar en discusiones acaloradas, Frank cogió de la mano a su guarra consentida y regresó a Las Vegas. Fin de la historia. ¿Y cómo sobrellevó nuestro admirado galán esta sucesión de incidentes?, pues con una calma y una profesionalidad absoluta, por supuesto. Ese rodaje refleja de qué material estaba fabricado Cary Grant. Su arrogancia y su carácter de estrella no le impedían conservar la educación en todo momento, como un verdadero caballero.
Una película como “Orgullo y pasión” supuso, en cierta forma, un punto de inflexión en la vida de Cary, no tanto a nivel artístico como humano. Se vio obligado a aceptar su edad, al verse enfrentado a una actriz mucho más joven, pero la incomodidad inicial derivó en romance, cuando él y Loren comenzaron a disfrutar de cenitas románticas a la luz de la luna. Por otra parte, los continuos desplantes de Sinatra le obligaron a trabajar más duro de lo normal, sobre todo cuando La Voz abandonó España para no volver y Cary tuvo que rodar secuencias extra para tratar de salvar el film. Pero de eso ya hablaremos más adelante. El mes pasado repasamos la trayectoria de Cary Grant hasta el estreno de la emblemática “Historias de Filadelfia”, y ahora es momento de retomar el relato donde lo dejamos.
César Martín
Cary Grant (II)
NO ME JUDAS SATANAS!! - 310
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Titivillus 17.12.2020
Cary Grant (II)
El siguiente film que le iba a proporcionar a Cary un prestigio considerable e incluso la nominación a un Oscar sería “Serenata nostálgica” (“Penny Serenade”), pero tuvo aún más importancia la peli que vendría después en la lista: nada menos que “Sospecha” de Hitchcock. En su primera colaboración juntos, el fascinante director trató de darle la vuelta a la imagen pública de Cary, convirtiéndole en una asesino frío e implacable. Por desgracia, eso no es lo que podemos ver hoy en día en la versión definitiva de la película, a causa de una serie de intervenciones exteriores que casi arruinaron el film por completo, pero por lo menos podemos disfrutar con la extraordinaria capacidad de Hitchcock para mantener en vilo al público hasta el final.
La primera etapa de Hitchcock en América, tras sus 17 años de trabajo en Inglaterra, supuso un duro aprendizaje para él. Sometido a la voluntad de uno de los grandes productores de la época (David O. Selznick), el director no tuvo más remedio que ceder ante las presiones que le llegaban desde las altas esferas. “Sospecha” era su cuarto film americano, tras “Rebecca”, “Foreign Correspondent”