APÉNDICE
L OS VIKINGOS SIEMPRE ESTÁN DE MODA, desde series de televisión a largometrajes pasando por asuntos relacionados con su mitología y creencias, o incluso cuestiones relacionadas con la gastronomía, la vestimenta, la artesanía o su tecnología, despiertan el interés de miles de hombres y mujeres de todo el mundo, y permiten que su legado está más vivo que nunca.
A todo esto, deben unirse los estudios de los especialistas, desde historiadores a arqueólogos, y desde lingüistas a genetistas, que trabajan con enorme esfuerzo y de forma incesante en una constante labor que nos permita tener una visión de los problemas de conjunto que plantea todavía el mundo de los vikingos. Por eso pensamos que es conveniente dar una muestra de los debates abiertos hoy en día, del estado de la información disponible, de las corrientes de pensamiento y trabajo que existen al respecto de estas cuestiones que siguen planteando interrogantes y, de paso, intentar despejar algunas equivocaciones.
Confusiones parafónicas: gautas, godos, gotlandeses y geatas
Los gautas, en nórdico antiguo gautar y götar o gøtar en sueco y danés, eran, como hemos visto, un pueblo germánico, nórdico, que vivía al comenzar la Era Vikinga en el territorio sureño de la actual Suecia; vecinos de los daneses, aún establecidos en Escania, y de los suiones o svear, que dieron lugar al nombre de Suecia. A menudo aparecen, sin embargo, separados de habitantes de la isla de Gotlandia, que no obstante significa «la tierra de los gautas».
La evidente similitud de la palabra «götar» con «godo», y nuestro conocimiento desde que en el siglo VI Jordanes así lo afirmase, que la patria de los godos era la isla de «Scandia», en el Mar Báltico, ha hecho pensar desde siempre que los gautas o götar, y los godos, eran el mismo pueblo, o que al menos, tenían el mismo origen. El prestigio de los godos en la historia Occidental, por su importantísima influencia en el final del imperio de Roma, y en la historia mítica de naciones como España, hizo que su nombre tuviera una trascendencia aún mayor, pues tanto los monarcas de la España católica como los de la Suecia protestante, se atribuyeron un origen común godo.
Los gautas estaban tradicionalmente divididos en pequeños reinos con sus propias asambleas populares o things y sus leyes. Principalmente ocupaban la actual Västergötland, donde se encontraba en la zona de Skara el thing principal, que se renovaba cada año y extendía su poder hasta la vecina isla que lleva su nombre, y raíz de la parafonia que ha llevado a la confusión entre los gautas y los godos, pues a finales de la Edad Media, y en el Renacimiento, fue habitual considerar que el pueblo descrito en el Beowulf, donde se narran las hazañas de este rey escandinavo mítico, tenía el centro de su centro en la isla báltica de Gotlandia, y según investigaciones realizadas por el arqueólogo Gad Rausing, es muy posible que así fuera, pues aunque la palabra usada en el texto original es «geata» —que siempre se ha confundido con «godo»—, su uso debe ser tomada al pie de la letra, pues se trató siempre de pueblos distintos, y esa traducción errónea ha traído una enorme confusión.
Los godos, luego divididos en ostrogodos y visigodos, hablaban un idioma germánico, pero de la rama oriental, hoy completamente extinguida, en tanto que los gautas, no hay duda de que eran, como los suiones, los noruegos o los daneses, un pueblo germánico de la rama nórdica, que son los protagonistas exclusivos de la epopeya vikinga, sin que ello deje de significar un lejano origen común completamente perdido en las brumas de la historia y de las leyendas.
En la actualidad no se niega que la isla de Gotlandia y las regiones meridionales de la Suecia actual, fuesen el hogar de varios pueblos germánicos de la Era de las Invasiones, desde los godos a los vándalos, pasando por los gépidos o los lombardos. Todos ellos se asentaron primero en las costas del Báltico y dejaron luego su espacio a los pueblos nórdicos que hoy en día conocemos como daneses, noruegos y suecos. Que el nombre «gauta» fuera común entre los vikingos suecos, es algo relacionado con el hecho de que varios reyes suecos medievales tuvieran origen gauta y, a menudo, vivieran en Gotlandia.
En la Heimskringla, Snorri Sturluson escribe sobre varias batallas durante el siglo IX, entre los noruegos, mandados por el rey Harald I de Noruega, y los gautas, que tuvieron que luchar sin la ayuda del rey sueco Erik Anundsson, escribiendo también sobre la expedición a Gotlandia de Haakon I de Noruega. Los gautas se fueron convirtiendo al cristianismo y acabando con sus tradiciones paganas y vikingas con más rapidez que los suiones, pero el rey Inge I fue derrocado y sustituido en el trono por Blot-Sven, un rey más favorable al paganismo nórdico en la década de 1080, aunque Inge regresaría para retomar el trono y reinaría hasta su muerte en torno al 1100. Aun así, los gautas no fueron tratados como iguales por los suiones, y en Gesta Danorum, Saxo Grammaticus refiere que no eran tenidos en cuenta para la elección a rey, algo que quedaba reservado a los suiones.
Cuando la Ley Gauta Occidental o Västgötalagen fue transcrita en el siglo XIII, se recordaba que los gautas habían aceptado la elección del monarca por los suiones o svear, como se menciona en la Piedra de More: Sveær egho konong at taka ok sva vrækæ —son los suiones quienes tienen el derecho de elegir y deponer al rey—, y no fue hasta después del siglo XV y de la Unión de Kalmar, cuando los gautas y los suiones empezaron a verse ellos mismos como una nación, lo cual estaba reflejado en el empleo de svensk —sueco— como un nombre común, pues al final de la Era Vikinga, en el siglo XI, el término swear era aún impreciso, y se usaba para referirse a un término colectivo en el que se incluía también a los gautas, tal vez por ello, en la obra de Adam de Bremen, los gautas aparecen como una propia nación, si bien ya como parte del reino sueco.
Asuntos de exploradores:
Vikingos en América, el estado de la cuestión
La exploración vikinga de los mares del Norte es indiscutible, y si bien nadie debate, por ser obvio, la colonización de las Feroe, Islandia o Groenlandia, la presencia de exploradores, y sobre todo colonos, en las costas de Terranova e incluso más al Sur, sigue siendo objeto de dudas y de un importante debate.
Las colonias vikingas en Groenlandia perduraron casi medio milenio, pero el asentamiento al otro lado del estrecho de Davis fue de escasa entidad y muy efímero, y actualmente se piensa que si bien los vikingos llegaron a la isla de Terranova, basándose en los descubrimientos realizados en el pequeño asentamiento de L’Anse aux Meadows, que constituye, sin dudas, el primer hallazgo de un vestigio probado, dejado por los vikingos en territorio de un país de América del Norte, su permanencia fue breve.
El caso groenlandés es bien conocido. Con una diócesis episcopal en Gardar y sometida a los reyes noruegos en 1261, la colonia empezó a declinar en el siglo XIV y los asentamientos empezaron a ser abandonados hacia 1350, y lo más probable es que en el siglo XV ya no existieran asentamientos vikingos en América, pero a pesar de la pérdida de contacto con los asentamientos creados por los vikingos, Dinamarca continuó considerando Groenlandia como una posesión, y la existencia de la isla nunca fue olvidada por los geógrafos europeos.
El Beowulf, es un poema épico anglosajón anónimo que fue escrito en inglés antiguo en verso aliterativo. Tiene dos grandes partes, de las cuales la primera sucede durante la juventud del héroe, un gauta o «geata» que, en algunas traducciones, aparece como «godo», y da nombre al poema. Acude en ayuda de los daneses o jutos, quienes sufrían los ataques de Grendel, y tras matarlo, se enfrenta a su terrible madre. En la segunda parte, Beowulf, ya rey de los gautas, pelea hasta la muerte con un feroz dragón. Sin embargo, los godos nada tienen que ver con esta leyenda nórdica