Título original: NO ME JUDAS SATANAS!!, publicado en Popular1 #250, marzo de 1994
César Martín, 1994
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
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Algunos años quedan grabados en nuestra memoria a causa de unos pocos acontecimientos históricos. En el caso de aquellos que vivimos para la música y el cine, los datos que nos vienen a la cabeza cuando se habla de un año en particular, por lo general sólo tienen relación con esos dos mundos. Lo habitual es recordar la muerte de alguna celebridad, el estreno de un film-fetiche, un concierto, la publicación de un disco… tal vez no nos venga a la memoria quién gobernaba en tal país o donde se produjo aquél desastre natural, pero ¿discos? ¿películas? ¿conciertos? eso está controlado. Y 1954 significa para mí, entre otras cosas el estreno de “The Wild One” y “On the Waterfront” de Brando, la boda de Marilyn con Joe di Maggio, el debut de la inolvidable Patsy Cline, la polémica grabación de un tema (“The Man I Love”) que unió a los geniales Miles Davis y Thelonious Monk, el rodaje de “Al Este del Edén” de James Dean, etc. Pero, por encima de todo, 1954 fue el año en que el mundo conoció a dos monstruos con poder atómico: Elvis Presley (“The Atomic Powered Singer”) y… ¡¡¡Godzilla!!! Del primero ya os he hablado largo y tendido en esta sección, de modo que esta vez le toca el turno a la gigantesca criatura nipona, que pronto volverá a sembrar la tierra de destrucción.
César Martín
Godzilla
NO ME JUDAS SATANAS!! - 250
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Titivillus 02.04.2021
Godzilla
Quienes coleccionamos muñecos de Godzilla y vemos una y otra vez sus viejas películas, tenemos motivos para sentirnos felices estos días. Como hemos ido comentando en la revista, se avecina el “remake” americano de Godzilla, que será el primero de una serie de films del monstruo rodados en USA por la productora TriStar. Para el proyecto se barajan los nombres de importantes directores como Tim Burton, Joe Dante y Sam Raimi, aunque todavía no hay nada definitivo. A nivel internacional, esa película puede significar el renacer de Godzilla, que pese a haberse mantenido en activo desde su retorno en el 85, hace tiempo que no visita los cines de Europa y América. Sus tres últimos films, “Godzilla Vs. Biollante”, “Godzilla Vs. King Ghidrah” y “Godzilla Vs. Mothra”, sólo se han estrenado en Japón, y de no ser por ese futuro “remake” americano, la situación podría haber seguido así durante otra larga década.
Hollywood siempre es un peligro, pero si el film cae en buenas manos, es posible que Godzilla levante cabeza. El monstruo necesita desesperadamente que un equipo de gente con medios y talento se ocupe de él, porque su productora de toda la vida (Toho International) ya no da más de sí. Han sido muchos años de películas potentes y chapuzas desastrosas, y ha llegado la hora de dar un paso adelante y romper con la rutina.
Seguir a Godzilla requiere sus buenas dosis de masoquismo. A lo largo de los años hemos visto cómo los de Toho han matado (y resucitado por arte magia después) al monstruo varias veces, cómo le han cambiado el carácter y los rasgos físicos a su antojo, cómo le han concedido el don de la palabra para arrebatárselo más tarde (no bromeo, ¡Godzilla ha llegado a hablar en la gran pantalla!), y hemos soportado las accidentadas ediciones de sus films en el mercado anglosajón, con cortes de escenas, cutrísimos cambios de bandas sonoras y la inclusión de secuencias extra que no venían a cuento. El mayor problema con Godzilla ha sido siempre el continuo ir y venir de directores, responsables de efectos especiales y demás Godzilla, como les ocurre también a los personajes de cómic, depende de quien tiene detrás, y en Toho a veces no le han asignado el equipo adecuado. Claro que, para los menos exigentes, aquellos que también disfrutamos con las aventuras de Ultraman, no existen malas películas de Godzilla, el guión puede ser nefasto, los actores pueden no tener ni idea de lo que están haciendo y los efectos especiales quizá sean un desastre, pero seguro que contemplar a Godzilla aplastando edificios compensa cualquier deficiencia técnica.
Godzilla nunca ha contado con el apoyo de la crítica. Desde su debut, en el 54, cuando recibió ataques de individuos tan prestigiosos como el autor de “Psicosis” Robert Bloch, hasta la actualidad, ha sido considerado un producto japonés para mentes infantiles. Pero, ya se sabe, a muchos nos trae sin cuidado lo que tengan que decir ciertos críticos. La realidad es ésta: Godzilla es el personaje más popular que ha salido de Japón, y ha influido en las vidas de niños y adultos durante cuarenta años. ¿Quién creéis que recibió a Kiss cuando aterrizaron por primera vez en Tokio? ¡Godzilla por supuesto! (existen fotos muy divertidas del grupo posando con un mini-Godzilla). El monstruo tiene tanto tirón que algunos fans viajan a Japón únicamente para ver sus films en los cines de Tokio, ya que a Europa sólo llegan en video. Yo mismo encontraría un único aliciente para desplazarme a Oriente: Godzilla y toda la pandilla de monstruos y superhéroes nipones, no quiero ni imaginar en la enorme cantidad de material relacionado con este mundo que se puede encontrar por allí.
Como bien sabrán quienes estén familiarizados con el monstruo, el universo de Godzilla no se limita a batallas de criaturas gigantescas y destrozos de ciudades, también existen muchos simbolismos detrás de todo ello. Yo me conformaría simplemente con un buen montón de “monster action”, no lo voy a negar, pero el trasfondo político y las fobias japonesas añaden morbo a las películas. En sus primeros tiempos, Godzilla se convirtió en la representación en celuloide del temor de los japoneses a la guerra nuclear. La herida de Hiroshima y Nagasak, todavía no había cicatrizado, la gente tenía muy presente lo ocurrido y sabían que podía repetirse en cualquier momento. Un monstruo como Godzilla, que despertaba en las profundidades del océano a causa de una explosión nuclear, y a continuación se dedicaba a arrasar ciudades y a impregnarlo todo de radioactividad, reflejaba perfectamente el pánico que sentían los japoneses a otra tragedia nuclear. También se ha dicho que muchos identificaban al monstruo con la superpotencia americana. Por lo menos así ocurrió en los primeros años. Más adelante, la fobia hacia otro Hiroshima y Nagasaki se fue alejando y Toho utilizó a Godzilla para denunciar el deterioro del medio ambiente y el aumento de la polución en los grandes centros industriales, enfrentando al monstruo contra Hedorah (“Godzilla Vs. The Smog Monster”), un engendro creado a base de residuos tóxicos que amenazaba la tierra. Para derivar finalmente a un ataque directo contra USA en el penúltimo film de la saga hasta el momento,