Título original: NO ME JUDAS SATANAS!!, publicado en Popular1 #218, noviembre de 1991
César Martín, 1991
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
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Hace un par de meses Antena 3 nos permitió ser testigos de un acontecimiento histórico al retransmitir la ceremonia de entrega de los MTV Awards, y no me refiero a las excepcionales intervenciones de bandas como Guns N’Roses o Metallica, sino o la sorprendente idea de reunir sobre un mismo escenario al grupo que ha parodiado con más mala leche el mundo del Rock'n'Roll (Spinal Tap) y a una de sus víctimas favoritas, Steven Tyler. Por supuesto eso es algo que pasó totalmente desapercibido para el comentarista de turno, porque entre otras cosas no sabía ni quién coño eran Spinal Tap, pero para los que amamos o los Tap y a Aerosmith, el encuentro entre Tyler y sus torturadores fue lo más chocante del programa. Todavía recuerdo unas declaraciones del año pasado en las que Steven comentaba lo mal que se sintió la primera vez que vio el film “This is Spinal Tap”. Las casualidades de la vida provocaron que la película se estrenase cuando Aerosmith estaban atravesando la peor etapa de su carrera, en los primeros años de los terribles 80’s. Steven estaba destrozado, las drogas le habían convertido en una parodia de si mismo, y la historia de Aerosmith parecía estar llegando a su fin. Su último disco por aquellas fechas, el tristemente olvidado “Rock in a Hard Place”, no había vendido una mierda, y para colmo su portada recordaba a uno de los álbumes ficticios de Spinal Tap(“Stonehenge”), así que podéis imaginaros lo que pasó por la cabeza de Tyler cuando vio a su banda y a sí mismo retratados en la pantalla. Por demencial que parezca el líder de Aerosmith llegó a considerar la posibilidad de abandonar el mundo del Rock, pero afortunadamente al final se reunió otra vez con su viejo colega Joe Perry, dejó las drogas y hoy en día Aerosmith vuelven a ser una de las bandas más poderosas del planeta. Aunque, obviamente, en este No Me Judas no voy a hablaros de los Aerosmith que cultivan sus cuerpos en gimnasios y que observan con horror el salvaje “way of life” de sus grandes sucesores (GN’R) sino de los Aerosmith que vivían entregados en cuerpo y alma a las drogas y el sexo, y que alimentaron las fantasías de cachorros como Michael Stipe, Slash o Chris Robinson.
César Martín
Los trapos sucios de Aerosmith
NO ME JUDAS SATANAS!! - 218
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Titivillus 16.03.18
La historia de Aerosmith es muy extraña. Cuando ya nadie esperaba volver a verles en forma han logrado levantar cabeza y desplazar a lo mayoría de los grupos que intentaban ocupar su lugar (léase Motley Crüe y compañía) e incluso a sus admirados maestros (los Stones), los únicos que se les han resistido han sido Guns N’Roses. “Permanent Vacation” y “Pump”, los discos que han marcado su retorno, están a la altura de sus grandes joyas de los 70, y hoy en día Aerosmith son más intensos en directo que en el pasado, pero… han dejado de ser peligrosos, y eso estropea un poco el cuadro. El mundo del Rock ya ha tenido demasiados mártires, O. K., los fans de Aerosmith no pedimos que Steven Tyler acabe como Johnny Thunders, pero en el fondo recordamos con nostalgia su etapa más “killer”. Ellos mismos reconocen que en los malos tiempos sentían un morbo especial cada vez que se subían a un escenario porque nunca sabían cómo acabaría aquello. Ya sabéis, eran imprevisibles, unas veces Tyler abandonaba los recintos en camilla, otras veces los Toxic Twins se liaban a hostias en el mismo escenario frente a 40.000 personas, y en ocasiones incluso hacían grandes conciertos. Todo eso, como es natural, ya ha quedado atrás. En la actualidad Aerosmith graban discos magistrales, ofrecen conciertos apoteósicos y nos alegran la vida con su gran sentido del humor, pero han dejado de ser una banda “fuera de control”. El cambio ha sido tan radical que muchos de los chavales que les descubren ahora están convencidos de que los Aero siempre han sido como los ven en los clips de “Dude” o “Love in an elevator”: divertidos, provocadores, cachondos… pero nada más. De modo que ya es hora de recordar los tiempos en que Steven Tyler y Joe Perry eran los mayores hijos de puta de América.
Sí, porque hubo una época en que Tyler y Perry podían ser tachados de cualquier cosa menos de simpáticos o divertidos. A mediados de los 70 los “gemelos tóxicos” estaban jodidos y querían que la gente que los rodease estuviese tan jodidos como ellos. Tenían mas éxito que ninguna otra banda americana, pero las drogas y los excesos típicos del Rock’n‘Roll les impedían ver la luz del día. Empezaron a tomar drogas antes de formar la banda con el único objetivo de emular a sus ídolos: los Stones, los Cream, Jimi Hendrix…, y sin apenas darse cuenta se tiraron de cabeza al agujero negro en el que terminaron Janis, Morrison y todos los demás. Sus malos hábitos se convirtieron en un problema a raíz del éxito de “Toys in the Attic”, en el 75. Durante la primera etapa de su carrera todo había ido más o menos bien, sabían que tenían que trabajar duro para llegar a la cima y para eso era necesario relegar los vicios a un segundo plano, pero cuando empezaron a reventar estadios y se convirtieron en la banda favorita de los rockeros americanos, la situación se les fue de las manos. En la gira de “Toys in the Attic” Steven empezó a mezclarlo todo: coca, ácido, marihuana, barbitúricos, alcohol… y poco a poco se volvió más violento e intratable. Joe no tardó en seguir sus pasos, y durante la grabación del siguiente álbum, “Rocks” (el disco de Aerosmith por excelencia} se convirtió en adicto a lo heroína. A partir de entonces todo se disparó. Steven y Joe se embarcaron en una montaña rusa que les mantuvo apartados del mundo real durante diez largos años.
En la época de “Rocks”, el sexo y las drogas pasaron a ser tan importantes para Steven & Co. como los discos y las giras, y optaron por recopilar los nombres de los camellos y de las groupies que más les interesaban en una computadora portátil, de ese modo cada vez que llegaban a una ciudad sólo tenían que tocar un botón y el aparato les proporcionaba una lista de los camellos y las groupies más importantes del lugar. La banda vivía en estado de paranoia permanente, tenían miedo de que la poli descubriese todo el tinglado que tenían montado con las drogas, e ideaban los mil y un métodos para no ser descubiertos: camuflaban la heroína, la coca y las pastillas en los dobladillos de las camisetas, en los pases de backstage, e incluso en el culo cuando hacía falta.