SANTI D AD,
¡A HO RA!
Copyright 2003 Padres de Schoenstatt
Material usado, con autorización y agradecimiento especial a Schönstatt Verlag, Vallendar-Schönstatt, Alemania: Werktagsheiligkeit, 1974; María, Mutter und Erzieherin, 1973; Oktoberbrief 1949, 1970; Zur sozialen Frage: Industriepädagogische Tagung, 1990; y Am Montagabend, Vol 2, 1999.
Material usado también, con autorización y especial agradecimiento a: Vorträge in der Schweiz, 1985, Schoenstatt en Quarten, Suiza; Familie, Dienst am Leben, 1994, por Instituto de Familias de Schoenstatt, Vallendar-Schönstatt; Recollections of Father Joseph Kentenich by Madison, Wisconsin Families and Single Women, 1992, Movimiento de Schoenstatt de Madison, Wisconsin, USA; Kindsein vor Gott, 1979 y Aus dem Glauben Leben, Vol. 3, 1070, por Patris-Verlag, Vallendar-Schönstatt.
santidad, ¡ahora!
Textos del P. José Kentenich
Editado por
P. Jonathan Niehaus
Título en inglés
Schoenstatt’s Everyday Spirituality
Traducción al castellano: Verónica Matta
© Editorial Nueva Patris S.A.
José Manuel Infante 132
Teléfono: 235 1343 - Fax: 235 8674
Providencia, Santiago - Chile
E-mail:
http://www.patris.cl
Nº Inscripción: 147.401
ISBN: 978-956-246-289-1
1ª edición: Junio, 2005 / 2ª edición: Junio, 2006
3ª edición: Abril 2009 / 4ª edición: Enero 2010
5ª edición: Marzo 2011 / 6ª edición: Marzo 2012
Marzo, 2012
Chile
Observaciones generales
Las omisiones originales de los textos del P. Kentenich se señalan con tres puntos entre paréntesis (…), y las omisiones hechas por el editor se señalan con cuatro puntos en paréntesis (....).
Los paréntesis originales de los textos del P. Kentenich se señalan con dos paréntesis ( ) . Las inserciones para ayudar a clarificar el texto de esta traducción se señalan con paréntesis cuadrados [ ] . La excepción a esta regla son las referencias bíblicas y comentarios agregados por el editor, que están siempre en paréntesis.
En la Primera Parte (extractos de la Santidad de la Vida diaria ), los títulos y subtítulos en general se ciñen al original, aunque con algunos cambios para clarificar los puntos principales. Los demás títulos y subtítulos no son los originales, se han agregado a fin de dar mayor claridad al texto.
Meditación sobre Nazaret
Tu Santuario es nuestro Nazaret,
donde el Sol de Cristo irradia su calor.
Con su luz clara y transparente
da forma a la historia de la Sagrada Familia;
y en la venturosa unión familiar
suscita una santidad cotidiana
fuerte y silenciosa.
Para bendición de tiempos desarraigados,
en este Nazaret
Dios trae salvación a las familias;
allí donde los hombres se consagran a Schoenstatt,
él quiere regalar con clemencia
santidad de la vida diaria.
Haz que Cristo
brille en nosotros con mayor claridad;
Madre, únenos en comunidad santa,
danos constante prontitud para el sacrificio
así como nos lo exige
nuestra santa misión.
El universo entero
con gozo glorifique al Padre,
le tribute honra y alabanza
por Cristo, con María
en el Espíritu Santo,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
(P. José Kentenich, Hacia el Padre, 191-195)
I ntr oducción
1. ¿Qué es la santidad?
Hay muchas respuestas a esta pregunta: las cualidades típicas de un santo; vivir en estado de gracia; el proceso de llegar a ser «perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48) . La santidad puede implicar una fe oculta o dones extraordinarios; una vida al servicio del ministerio público o de silenciosa caridad. Hay tantas formas de santidad como santos.
Pero las enseñanzas de la Iglesia no dejan lugar a duda respecto a un hecho esencial: todos estamos llamados a la santidad. El Catecismo de la Iglesia Católica acentúa este llamado con una cita clave de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II:
«Todo cristiano, cualquiera sea su estado o el lugar que ocupe en el mundo, está llamado a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad».
2. Santidad cotidiana y dilema moderno
Aunque la santidad es esencial a la vocación cristiana, con frecuencia se entiende mal. Muchos se dan por vencidos pensando que sólo está al alcance de unas pocas personas extraordinarias. Algunos nunca inician este camino pues creen que la santidad es para los débiles o para los tontos piadosos, por eso ponen su confianza en la «razón» y la «humanidad» o en los instintos y pasiones. Otros, incluso siendo miembros de la Iglesia, pareciera que nunca han oído hablar de ella pues se contentan con cumplir sus deberes del día domingo y rezar una o dos oraciones durante la semana. Estas personas no llegan a integrar el conocer, amar y servir a Dios en cada momento de la vida.
La vida diaria es la arena de la santidad. Entre las ollas y sartenes de la vida cotidiana se encuentra la tierra fértil de los tiempos y eventos que nos han sido dados para vivir en unión con Dios. Mientras más cultivemos la alianza con Dios en cada momento de nuestra vida, más real se nos hace su presencia y más capaces seremos de cumplir su voluntad. Según el Papa Juan Pablo II, la santidad «no consiste en realizar actos extraordinarios sino en vivir [la vida] ordinaria en forma extraordinaria, es decir, con todo el amor de que somos capaces».
En el mundo actual, el mayor obstáculo que encuentra la santidad de la vida diaria es la ausencia de Dios en todo lo que pensamos y hacemos, tanto en el ámbito público como en la intimidad de nuestras vidas. El espíritu de los tiempos modernos «la modernidad» privilegia de tal modo el progreso y la prosperidad terrenales que ha dejado de considerar a Dios como parte significativa de la vida. Su imagen se ha vuelto tan pálida y remota que la alianza con Dios ya no ocupa un lugar importante en la vida de millones de personas. Dios ya no configura la moral, ni la enseñanza, ni la política, ni las artes. Se ha disociado fe y vida, dando lugar a una cultura secularizada cuya paleta sólo contiene colores humanos y cuya música sólo se toca con cuerdas humanas. De vez en cuando esta cultura expresa una cierta admiración por Dios, pero que suena hueca, poco creíble.
3. El desafío de reincorporar a Dios a nuestra vida cotidiana
Podría pensarse que, dado los tiempos que vivimos, la mera supervivencia de la santidad cristiana es ya un gran logro. Sin embargo, el llamado del Evangelio es incomparablemente superior: estamos llamados a evangelizar nuestro mundo y nuestra cultura. Esto significa que la primera tarea de la santidad de la vida diaria es descubrir nuevas formas de relacionar fe y vida, Dios y mundo, gracia y naturaleza.
Esta es la misión que Schoenstatt ha asumido desde sus orígenes. Como movimiento católico llamado a generar una profunda renovación en la Iglesia y en el mundo, su espiritualidad siempre ha dado gran importancia a la santidad de la vida diaria, es decir, a llevar la fe de la teoría a la práctica; a vivir la alianza con Dios en forma concreta en la vida ordinaria de todos los días.
Detrás de todo esto hay un principio evangélico: mi vida no es producto del destino, de la casualidad o de decisiones personales, sino que es guiada directamente por un Dios que me ama y me cuida (ver Mt 6) . Él me ha dado una voluntad libre. Él me sostiene, me guía e incluso se empeña en «ganarme» para su amor. No es un Dios indiferente, por el contrario, tiene un interés apasionado (si esto puede decirse de Dios) en mi respuesta: en si diré «sí» a su alianza y así poder tenerme para siempre con él en el cielo.
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