Monseñor Peter Wolf - El Santuario como fuente de Vida

Un hijo de María nunca perecerá.

Cf. Lc 9, 33.

Cf. J. Kentenich, Hacia el Padre, estrofa 16. Editorial Nueva Patris, Santiago, Chile.

J. Kentenich, Hacia el Padre, Consagración Matutina, oración de ofrecimiento, op. Cit., estrofa 16.

Ligada esencialmente de modo primario.

Pertenece esencialmente de modo secundario.

Hacia el Padre, op. Cit., estrofas 179 – 180.

Virgen-Sacerdote.

Virgen-Madre.

El monje prometía perseverar en el monasterio donde había ingresado (permanencia en el lugar).

Centros de difusión del nacionalsocialismo.

Cf. Sal 121 (N. del T.).

Cf. Sal 88 (N. del T.).

Cf. Ex 3, 5.

Descanso de María (N. del T.).

“Y la Palabra se hizo carne” (Jn 1, 14).

Cf. Lc 1, 44.

Lc 1, 44.

Lc 1, 42.

Lc 1, 45.

Flp 3, 20.

Mons. Peter Wolf (Ed.)

El santuario,

fuente de vida

Textos escogidos

del P. José Kentenich

Prefacio

Sucedió el 22 de agosto de 2010. Un papelito arrugado, cubierto de polvo, escrito con letras de un rojo vivo, provocó un estallido de júbilo en toda una nación y en todo el mundo, fue registrado por miles de cámaras y dio material para los titulares de la prensa internacional. Un papelito arrugado, cubierto de polvo, en el cual los treinta y tres mineros atrapados a setecientos metros de profundidad comunicaban a sus familias y al mundo: “Estamos bien en el refugio los treinta y tres”.

Cuando nosotros, la Familia de Schoenstatt, celebremos en 2014 los cien años de la alianza de amor, ciertamente se concitará el interés de muchos medios de comunicación en el plano internacional. “Sin embargo lo importante no es el número de cámaras que nos enfoquen”, escribía el P. Eduardo Auza el año pasado en vísperas de la inauguración del trienio que culminará en 2014, “sino que los ojos del mundo se dirijan a lo que se lee en nuestros corazones: `Todos juntos estamos bien en el refugio, en el santuario´. Éste es el fuerte impulso de renovación que nuestra Familia quiere vivir y brindar a la Iglesia y al mundo”. Éste es el fuerte impulso que anima a nuestra Familia internacional de Schoenstatt al pasar del año de la corriente del Padre al año de la corriente del santuario. Un año que nos invita a contemplar con nuestro Padre, Fundador y Profeta, los fundamentos de nuestra alianza de amor y colocarlos aún más hondamente.

Un santuario pequeño, de modesta apariencia, que nació primero en el corazón del P. Kentenich cuando, siendo un niño de nueve años, se consagró a la Santísima Virgen, y que cobró forma y figura el 18 de octubre de 1914. Ese santuario es nuestro “papelito”, al cual han de dirigirse los ojos y las cámaras del mundo cuando celebremos los cien años de la alianza de amor.

Un único santuario que abraza todo el mundo, que sana y santifica el mundo, un mundo globalizado, secularizado y despersonalizado; un único santuario porque se ha formado una red de santuarios sobre la faz de la tierra, porque en el centro de las ciudades, en los lugares de trabajo, en las cárceles y hospitales, en los hogares de niños y de ancianos, en las calles e iglesias, en las zonas de guerra y en medio de la más grande miseria de este mundo… los hombres pasan delante de las puertas abiertas de un santuario de piedra, de una ermita junto al camino, de un santuario hogar, de un santuario del corazón, de un santuario, en definitiva, que es global, que integra una red, que no tiene fronteras y es hondamente personal.

En cada una de sus formas, el santuario es lugar de encuentro con Dios y de evangelización. En toda su gama, desde el santuario original hasta el del corazón, el santuario vive de las contribuciones de todas y cada una de las personas. En él la vida se hace evangelio; y el evangelio, vida. Como si toda esta red internacional aún no bastara, la Madre tres veces Admirable sale de su santuario y camina como Virgen Peregrina hacia los hombres.

“En el santuario estamos congregados: allí nuestros corazones arden en amor por la Madre tres veces Admirable, que por nosotros quiere construir su reino”, reza el P. Kentenich, y lo reza no a setecientos metros bajo tierra, sino en el campo de concentración de Dachau. Todos estamos bien en el santuario: todas las generaciones, todas las naciones, todas las comunidades, todos los proyectos, todas las formas de vivir una misma alianza de amor. De ese modo comenzó Schoenstatt a desplegar su presencia y fuerza plasmadora como santuario vivo, ya en sus inicios, el 18 de octubre; y lo hace en (cada) Dachau y en el camino hacia el jubileo de la alianza de amor, nuestra misión. Que el mundo, los hombres que esperan lo que tiene para ofrecer el P. Kentenich, hallen un santuario vivo en cada persona y en el Schoenstatt difundido por todo el mundo, a fin de poder experimentar y declarar: “Estamos bien en el santuario, todos juntos”…

Que al final del año de la corriente del santuario, nuestro Schoenstatt y el mundo concreto que cada uno genere, se hayan convertido en más santuario. Y que las palabras del P. Kentenich para el año de la corriente del santuario sean permanente motivación para desplegar nuestra fuerza plasmadora creativa.

Como equipo 2014 agradecemos cordialmente a Mons. Dr. Peter Wolf y al Instituto P. José Kentenich por esta valiosa contribución al segundo año del trienio del jubileo 2014.

Schoenstatt, 20 de julio de 2011.

P. José María García

Hna. M. Luciane Machens

Introducción

El Movimiento de Schoenstatt se apresta a la celebración de los cien años de su fundación. De la jornada internacional de planificación, realizada en Schoenstatt en 2008, surgió una firme propuesta: el Movimiento decidió prepararse a nivel internacional recorriendo un camino de tres años: un primer “año de la corriente del Padre” convocó a la Familia en torno de su Padre y Fundador. En muchos países se hizo peregrinar el símbolo del Padre y a escala internacional se difundió en varios idiomas textos del Fundador sobre la importancia de la figura paterna. De acuerdo con la propuesta de la jornada internacional de planificación y con la invitación de la Presidencia Internacional, el segundo año del mencionado trienio ha de centrarse en nuestra vinculación al santuario de Schoenstatt.