Rafael Fernández de Andraca - Cómo vivir y comprender la eucaristía

Anexo 1

Preparación de la Liturgia Eucarística

I. Consideraciones generales

Al preparar una liturgia para la celebración de la eucaristía se sugiere tener en cuenta lo siguiente:

• Como primer paso, es aconsejable tener a mano un Calendario litúrgico, el Misal o el Leccionario y un cancionero.

• Tratar de captar lo mejor posible el espíritu que anima la liturgia que celebra la Iglesia en la eucaristía que se prepara. Es decir, es necesario situarse en el tiempo litúrgico del año: Adviento, Navidad, Cuaresma, etc., en el espíritu de la fiesta que se celebra, tomando en cuenta las disposiciones litúrgicas (ver Calendario litúrgico).

• Junto a esto es necesario tener en cuenta la motivación concreta de la comunidad (v.gr.: celebración de algún aniversario significativo, acción de gracias por algo determinado, etc.). Esta motivación particular debe integrarse en el marco litúrgico más amplio.

• A continuación, se sugiere recorrer cada una de las partes de la misa para ver en cuáles cabe la participación expresa de los fieles (o asamblea).

• Si se trata de una eucaristía dominical ordinaria, el responsable de la preparación (que puede coincidir con el guía) debe presentar al presbítero que la va a presidir, antes de la misa, lo que se ha preparado (ver punto siguiente y pauta de preparación en el anexo II). Si se trata de una misa especial, es necesario establecer previamente contacto con el sacerdote que va a presidir la celebración, para conversar con él las líneas generales de la preparación y acoger sus deseos al respecto. Posteriormente el guía debe presentarle el rito preparado para su visto bueno, pues es a él a quien corresponde la conformación de la celebración eucarística.

• Para facilitar este procedimiento se aconseja confeccionar una pauta tipo (al modo de la que se propone en el siguiente anexo), de modo que se deje una copia sobre el altar, otra para el coro y otra para el guía.

2. Consideraciones prácticas

1. Preocuparse de que todo lo necesario para la eucaristía esté preparado en la credencia (mesa lateral): cáliz, patena con hostia grande, purificador, corporal, hostias chicas, vinajeras, tiesto y paño para el lavado de las manos. Sobre el altar debe estar el misal y las velas encendidas (nunca se deja la caja de fósforos sobre el altar ni se echan los fósforos quemados en el candelabro). Eventualmente, si no se encuentra en el presbiterio, un crucifijo. Normalmente, también, flores.

Sobre el altar sólo debe estar el crucifijo (si es que no hay uno en el presbiterio), los cirios (¡encenderlos antes de la misa!), flores, el misal, con los marcadores colocados en las páginas correspondientes (rito inicial, gloria, credo, oraciones, prefacio, padrenuestro, bendición final).

El leccionario debe estar en el ambón. Fijarse que estén bien instalados los micrófonos y encendido y regulado el amplificador. Alguien tendría que estar junto a éste, pues a veces necesita ser regulado el volumen según la persona que lee, o bien se producen distorsiones de sonido.

Asimismo deben estar preparados en la sacristía los ornamentos que usará el presbítero.

2. Designar previamente las personas que tendrán una función determinada en la celebración misma.

• Un guía de la asamblea

La presencia de un guía o animador es aconsejable particularmente en aquellas celebraciones en que se espera un gran número de participantes. El guía es quien va anunciando las diferentes partes de la eucaristía y lo que sucede en cada una de ellas, de tal manera que todos los asistentes puedan participar de la celebración en la forma más vital posible. Las intervenciones del guía deben ser cortas y precisas, preparadas con anticipación.

Indica en forma adecuada los momentos y las posturas (gestos y posiciones) comunes que se debe observar para expresar y fomentar la comunión de espíritu y sentimientos de los participantes: de pie, de rodillas, sentados... Su actuación, si es que se da, debe estar coordinada con el sacerdote que preside la celebración litúrgica.

También puede anunciar los cantos, o bien esto lo hace alguien del coro con voz clara, indicando el nombre del canto y la página o número en que se encuentra.

• Acólitos

Son las personas que acompañan y ayudan al celebrante principal. Entran junto con él hasta el altar. (Cuando no hay acólitos, el guía puede asumir su función).

En la proclamación del evangelio, le acompañan hasta el lugar donde se encuentra el libro de las lecturas, con cirios encendidos (suelen usarse los que están sobre el altar).

En la preparación de las ofrendas, pasan al sacerdote el cáliz, las patenas o los copones con las hostias y las vinajeras preparadas en la credencia.

Luego llevan el agua, una pequeña fuente y paño para el lavado de las manos del sacerdote.

Acompañan con la patena en la distribución de la comunión.

Después de la comunión llevan nuevamente el agua para la purificación del cáliz y patena. Retiran todos estos objetos llevándolos a la credencia.

• Personas encargadas de las peticiones en el rito penitencial y en la oración de los fieles

En el rito del perdón, pueden ser una o tres personas. (Recordar que el presbítero introduce y concluye las peticiones). En la oración de los fieles, pueden ser una o varias que leen alternadamente las intenciones.

• Lectores

Es necesario designar previamente las personas que leerán las lecturas bíblicas y el salmo. Estas deben tener buena voz y buena dicción, de forma que den la expresión adecuada a lo que leen. Es aconsejable que estas personas se ubiquen cerca del altar para no ocasionar demora en el momento en que deben acercarse al micrófono. Antes de leer tienen que adecuar la posición del micrófono a su altura y a unos 15 a 20 cm. de distancia de su boca. Si es necesario mover el micrófono, poner previamente el interruptor en off a fin de evitar posibles chirridos.

Se recomienda a los lectores leer los textos con anterioridad, a fin de interiorizarse en su contenido. La lectura en la celebración eucarística será así más vital y fluida. La persona que lee el salmo (el salmista) no debe ser la misma que lee las lecturas bíblicas, esto a fin de destacar que el salmo es una respuesta meditativa a las lecturas.

• Encargados de realizar la colecta

Las bolsas o canastos para la colecta se colocan al pie del altar. Se sugiere que se distribuyan previamente el área del recinto que deben cubrir, comenzando desde adelante hacia atrás. Es aconsejable que al terminar, puedan reunirse en la parte posterior para avanzar juntos hacia adelante a depositar las ofrendas (bolsas o canastos) a los pies del altar.

• Ministros de la comunión

Estos deben ser personas debidamente preparadas e instituidas para este ministerio. El presbítero puede designar a alguien ad casum.

Los ministros de la comunión se acercan al altar una vez que el sacerdote ha comulgado. Siempre reciben el vaso sagrado de manos del sacerdote. Si es el caso, pueden ponerse un signo (por ejemplo, una cruz colgada al cuello).

Cuando han terminado de distribuir la comunión, vuelven al altar para dejar la patena o el copón con las hostias, se purifican los dedos en el recipiente que está en la credencia y se retiran a sus lugares respectivos.

Solamente el sacerdote, diácono o acólito instituido, pueden limpiar los vasos sagrados tras la comunión.

3. Indicaciones para el coro

• Los cantos deben corresponder al espíritu de la liturgia y de la parte de la misa en la cual se cantan. (Por ej. el canto de la preparación de las ofrendas no debe estar dirigido a la Virgen María). Hay que cantar la misa y no poner cantos a la misa.

Según las disposiciones de la Congregación para el Culto Divino, no corresponde sustituir con otros himnos los cantos del Gloria o del Cordero de Dios, cosa que en muchos lugares se suele hacer.