© 2001 Editorial Caribe
una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, TN —Miami, FL (EE.UU.)
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www.editorialcaribe.com
Título en inglés: He Chose the Nails
© 2000 Max Lucado
Publicado por Word Publishing
una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, TN —Miami, FL (EE.UU.)
Traductor: Eugenio Orellana
Diseño interior: A&W Publishing Electronic Services, Inc.
ISBN: 0-88113-609-3
ISBN: 978-0-88113-609-8
ISBN: 978-0-7180-2417-8 (eBook)
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial
de esta obra sin la debida autorización
de los editores.
27ª Impresión, 4/2011
A Cristo Jesús Porque tú escogiste los clavos
CONTENIDO
Estoy aplaudiendo. Ya que los libros no tienen altavoces, tú no me puedes oír. Pero créeme. Estoy ofreciendo un estruendoso aplauso y una ovación de pie a:
Liz Heney y Karen Hill, mis editoras. Ustedes son siempre tan buenas al darme un empujón, pero esta vez una se puso detrás para empujarme y la otra se puso delante para halarme. Este viejo burro suele ser muy terco. Gracias por llevar este proyecto hasta el final.
Dr. Roy B. Zuch del Seminario Teológico de Dallas. Sus sugerencias fueron de gran valor.
Steve Halliday. Otro libro, otra gran guía de estudio.
Carol Bartley y Laura Kendall. Les estoy muy agradecido por su precisión con el manuscrito.
La familia de Word. Me siento honrado de ser parte de ustedes.
La Iglesia de Cristo de Oak Hills y su personal. No hay lugar donde más desee estar el domingo que con ustedes.
Gratitud especial a Buddy Cook, al Club de Golf de Texas y a la Academia de Golf La Cantera. Steve y Cheryl Green. El diccionario define la palabra amigo, pero ustedes le dan vida. Gracias por todo lo que hacen.
Al creyente ruso que un domingo, hace de esto algunos años, dejó sobre mi escritorio una cruz. En una nota me decía cómo había hallado una nueva fe en Jesús, la que lo había llevado a recuperar los clavos de una vieja iglesia rusa abandonada. Puso los clavos en la cruz y tejió alrededor de ella una corona de alambre de púas. Esta impresionante obra de arte cuelga en la pared de mi oficina y aparece en la cubierta de este libro. Mi gratitud a esa persona cuyo nombre desconozco pero cuyo corazón conozco muy bien.
Mis hijas Jenna, Andrea y Sara. Sin duda, ustedes han sido muy pacientes mientras se escribía este libro. ¡Gracias! Esta noche llegaré temprano a casa.
Mi esposa Denalyn. Mi amor por ti cesará el mismo día que cese el amor de Dios.
Tú, lector. Si estas divagaciones te revelan alguna verdad acerca del verdadero Autor, todos nuestros esfuerzos habrán valido la pena.
Y tú, Jesús, ante quien todos nos ponemos de pie para ofrecerte un estruendoso aplauso. Una cosa es escribir y leer esta historia. Otra muy diferente es vivirla. Y tú la viviste.
Hace mucho tiempo, aun antes que se hiciera el mundo,
Dios nos amó y nos escogió en Cristo
para que fuéramos santos y sin falta ante sus ojos.
Su plan inalterable ha sido siempre adoptarnos en su propia
familia al atraernos a sí mediante Cristo Jesús.
Y esto le dio una gran satisfacción.
Por eso alabamos a Dios. Por la bondad maravillosa que ha
derramado sobre nosotros porque pertenecemos
a su muy amado Hijo.
Él es tan rico en bondad que compró nuestra libertad
al precio de la sangre de su Hijo,
y nuestros pecados han sido perdonados…
Ahora, el plan secreto de Dios ha sido revelado a nosotros;
es un plan centrado en Cristo,
diseñado hace mucho tiempo según su buen deseo.
Y este es su plan:
En el momento preciso, Él reunirá todas las cosas
bajo la autoridad de Cristo.
Todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra.
Además, mediante Cristo,
hemos recibido de Dios una herencia,
porque Él nos escogió desde el principio,
y todo tiene lugar según Él lo decidió hace mucho tiempo.
Efesios 1.4-7, 9-11 (traducción libre).
El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 6.23
¡Gracias sean a Dios por su regalo indescriptible!
2 Corintios 9.15
Y Dios ha reservado para sus hijos el regalo inapreciable de la vida eterna; que es guardado en el cielo para ti, puro e incontaminado, más allá de todo cambio y depreciación. Y Dios, en su majestuoso poder, se asegurará que llegues allí para recibirlo porque confías en él. Será tuyo en aquel día final que viene y que todos verán.
1 Pedro 1.4-5
Todo bien y todo regalo perfecto vienen de arriba, del Padre de las luces celestiales, que no cambia como sombras vacilantes. Él decidió darnos vida a través de la palabra de verdad, para que nosotros pudiéramos ser una clase de primicias de todo lo creado.
Santiago 1.17-18
E s digno de nuestra compasión. Cuando lo ves, no te ríes. No te mofas. No te vas, ni mueves la cabeza. Te acercas respetuosamente a él, lo llevas hasta el banco más cercano y lo ayudas a sentarse.
Te compadeces del hombre. Es tan tímido, tan cauteloso. Es un ciervo en las calles de Manhattan. Tarzán caminando por la jungla urbana. Es una ballena encallada en la playa, preguntándose cómo llegó allí y cómo hará para salir y volver a las aguas profundas.
¿Quién es esta criatura desamparada? ¿Este huérfano de aspecto tan triste? Se trata de un –por favor, quítense el sombrero– hombre en el departamento de mujeres. Anda en busca de un regalo.
Es posible que sea Navidad. Puede tratarse de su cumpleaños o del aniversario de bodas. Cualquiera que sea el motivo, ha salido de su escondrijo. Dejando atrás las tiendas de artículos deportivos, los negocios de comida y los grandes televisores en el departamento de artículos electrónicos, se aventura en el mundo desconocido de ropa de mujer. No te costará ubicarlo. Es el que permanece inmóvil en el pasillo. Si no fuera por la mancha de sudor debajo de sus brazos, creerías que se trata de un maniquí.
Pero no lo es. Es un hombre en el mundo de una mujer. Nunca había visto tanta ropa interior. En Wal-Mart, donde compra la suya, todo está empacado y en sus respectivos estantes. Pero esto en una selva impenetrable. Su padre le había advertido sobre lugares como este. Aunque el letrero de la sección dice ¡quédese!, él sabe que no lo hará.
Empieza a caminar pero no sabe adónde ir. Claro, no todos los hombres han sido preparados para este momento como lo fui yo. Mi padre veía el desafío de comprar algo para las mujeres como un ritual de pasada, con pajarillos, y abejas y lacitos. Nos enseñó a mi hermano y a mí a sobrevivir cuando vamos de compra. Recuerdo el día cuando nos sentó y nos enseñó dos palabras. Para arreglártelas en un país extranjero necesitas conocer el idioma, y mi padre nos enseñó el idioma del departamento de mujeres.
«Llegará el día», nos dijo solemnemente, «cuando un vendedor se ofrecerá para ayudarles. Cuando ese día llegue, respiren hondo y digan la frase: «Es-tée Lau-der». A partir de ahí, en cada ocasión en que había de recibir un regalo, mi mamá recibía tres regalos de los tres hombres de su vida: Estée Lauder, Estée Lauder, Estée Lauder.
Mi terror al departamento de mujeres desapareció. Pero entonces, conocí a Denalyn. A Denalyn no le gustaban los productos de Estée Lauder. Aunque le dije que la hacía oler maternalmente, no cambió su opinión. Desde entonces, he tenido que acomodarme a la situación.
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