Enrique Rojas Montes (Granada, 1949) es un médico español catedrático de psiquiatría de la Universidad de Extremadura en excedencia. Sus trabajos de investigación se centran en dos temas: las depresiones y la ansiedad. Sus ensayos han abordado la sexualidad, las crisis conyugales y la voluntad.
Rojas es autor de varios libros de autoayuda, ensayo, artículos periodísticos y otros textos.
Una constante en su pensamiento es la búsqueda de la felicidad. Desde su punto de vista, una vida lograda exige afrontar adecuadamente algunos de los siguientes problemas que afectan a la sociedad actual: el hedonismo, la permisividad, el nihilismo, la promiscuidad sexual y el relativismo. Esta lucha se expone de forma clara en sus ensayos como El hombre light, Remedios para el desamor, Los lenguajes del deseo y otros. Entre sus recientes trabajos, Adiós, depresión, aborda en un tono divulgativo el tema de los trastornos depresivos.
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I. Definición y clases de voluntad
Definición
El estudio de la psicología nos obliga a hacer hincapié y adentrarnos en uno de los pilares de la condición humana: la voluntad. En nuestro patrimonio psicológico hay muchos elementos que configuran una diversidad de contenidos, pero unidos y entrelazados por un mismo motivo: hacer del hombre un ser superior. Para ello son necesarios los requisitos de libertad, afectividad, conocimiento… y, por supuesto, la voluntad.
Etimológicamente, voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa querer. El origen de este término se remonta al siglo X; después, en el XV, aparece la expresión voluntario (del latín voluntarius); y también conviene señalar la acepción procedente del latín escolástico, volitio-onis.
Tras esta descripción etimológica de la palabra voluntad, hay que decir que ésta implica tres cosas: la potencia de querer, el acto de querer y lo querido o pretendido en sí mismo. Desde un punto de vista académico, se pueden establecer dos distinciones: a) la simplex voluntas, que se refiere al fin que nos proponemos; y b) voluntas consiliativa, que menciona los medios utilizados para conseguir aquel objetivo o fin. Estas dos clases de voluntad fueron consideradas respectivamente como thélesis y boulesis en el pensamiento posescolástico.
En el siglo XIX aparecen dos palabras: noluntad y nolición, formadas a partir del concepto latino nolle: no querer. De toda esta explicación podemos extraer una primera aproximación para definir la voluntad: aquella facultad del hombre para querer algo, lo cual implica admitir o rechazar. Hay un primer paso: la apetencia. Incluso hoy, en el lenguaje coloquial de los jóvenes, se emplea con mucha frecuencia: «Me apetece», «No me apetece».
La voluntad consiste, ante todo, en un acto intencional, de inclinarse o dirigirse hacia algo, y en él interviene un factor importante: la decisión. La voluntad, como resolución, significa saber lo que uno quiere o hacia dónde va; y en ella hay tres ingredientes asociados que la configuran en un todo:
1. Tendencia. Anhelo, aspiración, preferencia por algo. Su origen etimológico proviene de tendere, inclinarse, dirigirse, poner tirante, acción de atender. Constituye una primera fase, que puede verse interrumpida por circunstancias del entorno.