y Linda Eggers, mi asistente ejecutiva.
Introducción
¿Alguna vez has sentido que no tienes permitido fallar? ¿Como si tus padres y tus profesores esperaran que todo lo que hicieras tuviera un alto nivel sin importar qué, incluso si no pareciera posible?
¿O alguna vez has perdido en algo en lo que querías ganar? ¿Y te has sentido estúpido cuando estabas equivocado? ¿O deseaste tener una segunda oportunidad?
¿Y qué pasa cuando lo arruinas todo? ¿Sientes que no tienes remedio, que nunca te recuperarás de ese error?
Si tu respuesta es sí a cualquiera de estas preguntas, entonces este libro es para ti. Si vas a perder —y lo harás, porque todo el mundo lo hace— entonces, ¿por qué no darle un giro positivo? ¿Cómo se hace eso? Aprendiendo de esa experiencia negativa. Una pérdida no es totalmente una pérdida si aprendes algo de ella.
Claro, eso no siempre es fácil. En una de las tiras cómicas favoritas de Peanuts, Charlie Brown se aleja de Lucy después de un partido de béisbol, con la cabeza baja, totalmente abatido.
—¡Otro partido perdido! ¡Santo cielo! ¡Pierdo en todo lo que hago!
—Míralo de esta manera, Charlie Brown —replica Lucy—. Aprendemos más cuando perdemos que cuando ganamos.
—¡Eso me hace la persona más lista del mundo! —dice Charlie.
El consejo de Lucy tiene mucho sentido, pero no todos aprenden de sus pérdidas. Una pérdida no se convierte en una lección a menos que trabajes duro para que así sea. Perder te da la oportunidad de aprender algo, pero muchas personas no toman esa oportunidad. Y cuando no lo hacen, es cuando perder se vuelve doloroso.
Es difícil aprender cuando nos sentimos decaídos, porque entonces tenemos que hacer cosas que en ese momento no nos salen naturales. Es difícil sonreír cuando no estamos felices. Es difícil responder con una buena actitud cuando estamos entumecidos por la derrota. ¿Cómo vamos a dar la cara ante los demás cuando nos sentimos humillados? ¿Cómo nos volvemos a poner en pie cuando continuamente estamos siendo derribados?
Si realmente quieres convertirte en un aprendiz, necesitas cambiar la forma en la que ves tus pérdidas y tus errores, y desarrollar algunas cualidades importantes que te ayudarán a responder a ellas. Espero que este libro sea de utilidad para ti y te enseñe cómo aprender de tus pérdidas. La mayoría de nosotros necesita de alguien que nos ayude a averiguar cómo
hacer eso.
Estoy convencido de que, desarrollando las cualidades abajo descritas y practicándolas en tu propia vida, puedes aprender a superar tus errores y usar lo que has aprendido para crecer y triunfar:
Humildad : el espíritu del aprendizaje
Realidad : la base del aprendizaje
Responsabilidad : el primer paso del aprendizaje
Mejora : el enfoque del aprendizaje
Esperanza : la motivación del aprendizaje
Educabilidad : el camino del aprendizaje
Adversidad : el catalizador para el aprendizaje
Problemas : oportunidades para aprender
Malas experiencias : la perspectiva para el aprendizaje
Cambio : el precio del aprendizaje
Madurez : el valor del aprendizaje
San Ignacio de Loyola, uno de los más grandes educadores del mundo, dijo una vez que solo aprendemos cuando estamos listos para aprender. Emmet Fox, notable líder espiritual del siglo xx , dijo que las dificultades llegan a ti en el momento correcto para ayudarte a crecer y a avanzar. “El único inconveniente real”, observó, “la única tragedia real, aparece cuando sufrimos sin aprender la lección”.
Si eres como la mayoría de la gente, entonces has sufrido alguna pérdida en tu vida. ¿Estás listo para aprender de ella? Espero que me acompañes en el proceso de averiguar cómo puedes convertir tus pérdidas en oportunidades, y cómo puedes ver los fracasos desde una perspectiva distinta. Las ideas en este libro pueden ayudarte ahora, y seguirán ayudándote en tu camino hacia la edad adulta. Todo el mundo se equivoca. Solo tienes que aprender cómo seguir adelante después de eso.
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Cuando estás perdiendo, todo duele
Mi amigo Rober Schuller una vez preguntó: “¿Qué harías si supieras que no vas a fracasar en nada?”. Es una gran pregunta, una pregunta inspiradora. Cuando la gente la escucha, generalmente empieza a fantasear. Se siente motivada para alcanzar sus metas y arriesgarse más.
Yo tengo una pregunta que creo que es igual de importante: ¿qué es lo que aprendes cuando fracasas?
Mientras la gente suele estar lista para hablar de sus sueños, no le entusiasma tanto contestar una pregunta sobre sus deficiencias. A la mayoría de las personas no le gusta hablar de sus errores y sus fracasos. No le gusta voltear a ver sus pérdidas. Le avergüenzan. Y probablemente has escuchado a alguien, como tus padres, cuando “meten la pata”, decir algo cursi como: “A veces se gana, a veces se pierde”. El mensaje parece ser: “Ten la esperanza de ganar, pero prepárate para perder y asume los resultados de cualquier manera”. ¿Qué hay de malo en eso? ¡No es la forma en la que los ganadores piensan!
Las personas exitosas abordan el tema de la pérdida de manera distinta. Ellos no intentan esconder el fracaso debajo de la alfombra. Ellos no huyen de sus pérdidas. Su actitud nunca es: “A veces se gana, a veces se pierde”. En vez de eso, piensan: “A veces se gana, a veces se aprende”. Ellos entienden que las mayores lecciones de la vida se obtienen a partir de nuestras pérdidas… si las abordamos de la forma correcta.
Esta en verdad duele
Yo he experimentado muchas victorias en la vida, pero también he tenido una importante cantidad de derrotas. Algunas de ellas ocurrieron por causas ajenas a mí. Sin embargo, muchas otras las provoqué yo mismo y fueron el resultado de malas decisiones o errores tontos. Una clásica ocurrió hace unos cuantos años. En ese entonces, estaba trabajando en mi libro 17 leyes incuestionables del trabajo en equipo.
Un mes antes de mi fecha límite, tuve que salir a un viaje de dos semanas. Qué gran oportunidad para terminar de escribir el libro, pensé. Y lo era. Todavía recuerdo la satisfacción que sentí cuando, al fin, lo concluí. Fue el mismo día en que regresé a casa. Con un gran sentido de realización y orgullo, puse el manuscrito en el portafolio y me dirigí al aeropuerto. Cuando llegué, mi yerno Steve me recogió en el aeropuerto de Atlanta. Iba a llevarnos directamente a nuestra casa en Highlands, en Carolina del Norte, pero después de un vuelo tan largo yo tenía hambre, así que nos paramos a comprar comida mexicana en nuestro camino a la salida de Atlanta, y luego seguimos el viaje.