Si bien es cierto que la llegada de un bebé es, ante todo, sinónimo de felicidad y de plenitud para los nuevos padres, los primeros meses pueden resultar agotadores, tanto en el plano físico como en el emocional. En efecto, en seguida nos vemos enfrentados a un primer reto considerable: el llanto del bebé. El lactante, que solo puede comunicarse a través de su voz, expresa todo lo que siente con su llanto, para gran desasosiego de sus padres, que no siempre comprenden el mensaje que les quiere transmitir. Entonces, llegan las preguntas, las dudas y la culpabilidad: «No soy un buen padre porque no logro calmar a mi bebé», «¿Me ocupo bien de mi hijo?», «¿Por qué no deja de llorar? ¡Si he seguido todos los consejos!».
Frente al sufrimiento de su lactante, al que no logran tranquilizar, algunos padres pueden sentirse culpables e, incluso, incompetentes, y terminan por alimentar una especie de rencor irracional hacia su hijo o por desarrollar conductas de evitación. Sin embargo, el llanto es un fenómeno normal y esencial para el desarrollo del niño. Cuando crezca, descubrirá otras formas de comunicarse y el llanto se volverá menos frecuente. Pero, por ahora, se trata de la única manera que tiene de informar de su malestar.
La forma en la que haya vivido sus primeras interacciones sociales y, más adelante, su primera educación, con la implementación de reglas que respetar tanto en casa como fuera de ella, le ayudarán a forjar su personalidad y le ofrecerán una buena base para dar y recibir amor. Por lo tanto, es fundamental que los padres acepten el llanto sin ignorarlo, que tengan una escucha reconfortante para responder de forma benevolente, lo que permitirá al pequeño disfrutar de un desarrollo equilibrado.
¿Por qué llora mi bebé?
El llanto de la primera infancia
El nacimiento es un momento de intensas emociones en el que el recién nacido y sus padres se conocen por primera vez. Tras haber abandonado el cómodo cascarón que constituía el útero materno, el niño descubre un mundo nuevo. Así pues, puede presentar un cierto desasosiego ante la multitud de nuevas sensaciones que experimenta: el hambre, la luz, el ruido, los cambios de temperatura, etc. Mediante un reflejo nervioso, contraerá todos sus músculos respiratorios y aspirará una bocanada de aire antes de soltarla en un grito penetrante: es la primera respiración.
¿Sabías que…?
Durante las primeras semanas de vida, el recién nacido grita y llora sin lágrimas, ya que sus conductos lacrimales todavía no están operativos.
Durante las semanas y meses que siguen a su llegada al mundo, el llanto sigue una curva de intensidad y de frecuencia que los especialistas llaman la curva del llanto. Así, se ha observado que el llanto y la cantidad media de agitación del recién nacido tienden a aumentar hacia la segunda semana de vida para alcanzar su punto máximo durante el segundo mes, normalmente hacia las 6-8 semanas, antes de disminuir y de estabilizarse hacia los 4-5 meses.
Esta curva del llanto presenta, entre otras, las siguientes características:
- se trata de un comportamiento universal que aparece en todas las culturas, e incluso en todas las especies de mamíferos. Por lo tanto, no es un fenómeno exclusivamente humano;
- aparece a la misma edad corregida en el prematuro, lo que supone una demostración de que estaría vinculada a la maduración;
- es estable desde hace varias décadas en las sociedades occidentales donde ha sido estudiada.
Durante las primeras semanas de vida del recién nacido, si analizamos el llanto y sus características, resulta muy difícil comprender qué lo ha provocado. Tan solo es una señal que transmite una información (necesidad, sufrimiento), pero no hay nada en particular que permita establecer la causa.
A partir del tercer mes, el lactante descubre otras formas para comunicarse, y sus llantos son menos frecuentes —salvo durante la erupción dental—. Esta etapa también marca el momento en el que los padres empiezan a diferenciar los distintos tipos de llanto y las necesidades a las que se asocian.
Hacia los 8-9 meses, el pequeño puede distinguir los rostros familiares y, a través del llanto, expresa su preocupación frente a una persona desconocida. Es lo que se llama la angustia del octavo mes, un fenómeno que demuestra un sólido apego a un adulto favorito.
Después, el pequeño sigue siendo muy sensible a las emociones. Su llanto puede ser una forma de manifestar su frustración o su ira cuando no logra hacer algo, cuando se ve superado por el cansancio, cuando se enfrenta a una negativa o cuando no entiende una decisión.
Una forma de expresar una necesidad
Un recién nacido no puede hablar y tampoco tiene la posibilidad de hacer gestos. Así pues, el llanto es la única manera que tiene para llamar la atención de sus padres e informarles de que necesita asistencia. Por lo tanto, el llanto constituye un elemento clave en la relación padre-hijo. Al reconocer esta señal y al responder adecuadamente, se construirá una relación de apego recíproca: el lactante asociará a sus padres con una respuesta satisfactoria y los padres serán recompensados con el apaciguamiento del llanto de su hijo.
El hambre
El hambre constituye la razón de alrededor de un tercio del llanto del recién nacido, lo que lo convierte en el motivo más habitual. Por su pequeña capacidad gástrica, el bebé puede reclamar comida muy a menudo. Además, en el útero, el feto recibía alimentación continuamente a través del cordón umbilical, por lo que, cuando nace, necesita una adaptación metabólica.
Un destete en ocasiones difícil
Cuando el lactante se acostumbra a recibir la leche materna, la fase de destete puede resultar una etapa difícil de superar. En efecto, muchos son los bebés que rechazan la nueva comida que les ofrece su madre. La presencia del otro progenitor o de otro adulto en ese momento puede servir de gran ayuda, ya que el recién nacido no experimentará la misma frustración por ese pecho que se le niega.
Una incomodidad
¿Tu niño empieza a contorsionarse, se le desfigura el rostro, gimotea y solloza, pero acaba de ser alimentado y rechaza el biberón o el pecho? Quizás simplemente está en una situación incómoda. Las causas más habituales son: un pañal mojado o manchado; ropa demasiado apretada, abrigada o ligera, que molesta al recién nacido, que todavía es incapaz de regular su temperatura; una posición incómoda en su asiento, etc. Poner un remedio a esta incomodidad calmará de inmediato el llanto de tu bebé.
El cansancio
El lactante puede cansarse rápidamente cuando se encuentra ante muchas personas o se requiere mucho su atención. Una estimulación demasiado intensa puede conllevar un llanto de sufrimiento en el niño, que ya no logra aislarse y tranquilizarse, y puede derivar en problemas para quedarse dormido.