© 2014 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Título en inglés: Killing Lions
© 2014 por John Eldredge and Samuel Eldredge
Publicado por Nelson Books, un sello de Thomas Nelson.
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HarperCollins Christian Publishing, Inc.
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Citas bíblicas marcadas «TLA» son de La Traducción en Lenguaje Actual © 2000 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Juan Carlos Martín Cobano y Loida Viegas
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN: 978-0-52910-047-4
ISBN: 978-0-52910-048-1 (eBook)
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Para Susie, por creer en mí antes que yo.
—Sam
Para Sam, Blaine y Lucas, que han labrado uncamino para los jóvenes que los han acompañadosiguiéndolos de cerca. Ustedes son auténticos.
—Papá
Y para los jóvenes cuyas vidas han ayudadoa dar forma a esta obra, y aquellos cuyasvidas serán moldeadas por este libro.
—John y Sam
Contenido
Por lo demás, el joven era muy de nuestra época, es decir, sincero por naturaleza, ávido de verdades, de esos que buscan la verdad con ardor y que, una vez que la encuentran, se entregan a ella con toda la fuerza de su alma, anhelantes de realizaciones, y se muestran dispuestos a sacrificarlo todo, incluso su vida, por sus fines. Lo malo es que estos jóvenes no comprenden que suele ser más fácil sacrificar la vida que dedicar cinco o seis años de su hermosa juventud al estudio de la ciencia —aunque solo sea para emplear su capacidad en servicio de la verdad y alcanzar el fin deseado—, lo que implica un sacrificio con frecuencia superior a sus fuerzas.
—Fedor Dostoiewski,
Los hermanos Karamazov
En el verano de 2012 me encontraba pasando un año fuera de la universidad y planteándome de repente un montón de preguntas. Cuando dejé las montañas de Colorado por las playas de California para conseguir una educación universitaria, lo hice sin mucha previsión. Me gustaba el clima más cálido, el recinto era hermoso, y necesitaba apartarme del muchacho que había sido en el hogar paterno. La mayoría de mis decisiones de esos años las hice impulsivamente. ¿Me gusta lo que esto ofrece? Bien, lo haré.
Entonces me gradué. Pasados los primeros meses de júbilo que la libertad y la vida independiente pueden traer, me encontré atascado. Me había lanzado de cabeza a la piscina que es la vida en los veintitantos, con la impresión de que estaba pataleando en el agua sin llegar a ninguna parte. La vida se complicaba por semanas y mi capacidad de escoger el rumbo correcto para mí mismo se hacía añicos. Lo cierto es que estaba tragando agua.
Como la mayoría de los jóvenes que conozco, quiero ser autosuficiente. Quiero pelear por seguir mi propia dirección y salir en busca de mis sueños. Quiero saberlo todo y nunca pedir ayuda. Así es como la mayoría de mis amigos abordan su edad juvenil adulta: por sí mismos, no pidiendo ayuda, deambulando por esos años y fingiendo que lo llevan mejor de como realmente van.
Puede que mi combustible se acabara más rápido. Puede que ignorara que no tenía por qué ir solo si no quería. Cualquiera fuera la razón, me detuve un día y le pregunté a mi padre si podíamos hablar acerca de cómo me estaban yendo las cosas. Lo que siguió a eso fueron llamadas telefónicas cada semana en las que nos internaríamos en mis luchas y buscaríamos respuestas juntos; conversaciones que no todos los hombres sostienen, pero que creo que todos queremos desesperadamente. Este libro es el resultado de esas conversaciones, una oportunidad de desarrollar el proceso en beneficio tuyo.
La historia discurre en idas y venidas dentro y fuera de la universidad, en busca de un trabajo significativo, intentando conquistar a una joven, casándome y persiguiendo mis sueños. Nada de eso es ficticio, las preguntas son reales, las dudas son reales, las respuestas son reales. La interacción entre padre e hijo es real.
Recientemente leí un artículo acerca de un joven masái que llegó a Estados Unidos para obtener su título de maestría y luego su doctorado. Antes de llegar al mundo occidental, el joven guerrero había matado a un león para proteger a su pueblo y su ganado. Esa práctica está profundamente arraigada en su tradición: los jóvenes varones deben enfrentarse a un león y derrotarlo con una lanza, o la fiera atacaría a sus animales. El joven había resultado malherido, como cabía esperar, pero después de matar al depredador le consideraron héroe y líder. No puedo imaginarme un final universitario ni una entrevista de trabajo que pudieran atemorizar a un hombre con cicatrices de garras de león surcando su pecho.
Había algo en esa historia que me habló a lo profundo del alma, algo en cuanto a afrontar un gran reto en el que la victoria no era muy clara todavía ni conquistable, algo que me hacía plantear preguntas. Si yo hubiera vencido en mi propia prueba, ¿caminaría más erguido o me internaría con mayor confianza en mi futuro incierto? No puedo evitar este pensamiento: si yo hubiera derrotado a un león, no me sentiría como saliendo al monte con solo un iPhone.
Así pues, presentamos este libro como una confesión, una invitación y un manifiesto para una generación.
Es mi confesión, porque espero que al contar mi historia puedas ver que te estás haciendo las mismas preguntas. Es nuestra invitación a unirte a nuestra travesía, para que seas el hijo que recibe la labor del padre o el padre que aprende lo que hay que decir a su hijo. Es un manifiesto para la generación que está surgiendo y no sabe cómo comenzar la cacería del león ni tras qué rostros se ocultan nuestros leones. Creemos que con un poco de ayuda puedes ser el hombre que deseas, el hombre que el mundo necesita que seas.
Sam Eldredge
Mineápolis, Minnesota
Sintió de repente que podía contemplar el mundo como lapobre víctima de un ladrón o como el aventurero en busca deun tesoro. «Soy un aventurero en busca de un tesoro», pensó.
—Paulo Coelho, El alquimista
Creo que no te he contado hasta qué punto era patético mi primer empleo. Probablemente por vergüenza.
Tenía yo veintidós años, mi diploma universitario reciente —de un prestigioso centro de la costa occidental, podría añadir— y entré a formar parte de la población trabajadora como profesional… como el mensajero. Algunas grandes empresas emplean a personas para puestos conocidos como «conejos». (Creo que estos amigos no suelen llevar tarjetas de presentación.) Encontré el trabajo en Craiglist, bajo el título de «Mensajero», así que me dije:
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