Bibliografía
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Título original: La Mesta
AA. VV., 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[*] Pan negro hecho para los perros.
[*] Los datos de 1511 a 1633 han sido elaborados a partir de las cifras publicadas por J. P. Le Flem.
[*] Los datos de 1561 a 1796 proceden de un trabajo de L. M. Bilbao y E. Fernández de Pinedo
La Mesta, asociación de pastores que controlaba hasta el más nimio detalle la ganadería lanar trashumante en la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, se ha convertido en un tópico de la historia económica y social. Aunque el Honrado Concejo fue durante los siglos de su existencia una de las principales fuentes de riqueza del reino, se atribuye a sus presiones y a los beneficios del comercio de la lana merina una influencia negativa en el desarrollo de la agricultura y de la industria pañera castellanas. En este Cuaderno, José Luís Martín, Julio Valdeón y Ángel García Sanz revisan esta leyenda negra a la luz de las más recientes investigaciones y estudian la trayectoria de la institución desde sus precedentes en las mestas locales, anteriores al decreto fundacional de Alfonso X en 1273, hasta su decadencia y total extinción a comienzos del siglo XIX.
AA. VV.
La Mesta
Cuadernos Historia 16 - 7
ePub r1.0
Titivillus 06.03.2021
La lucha por los pastos
Por José Luis Martín
Catedrático de Historia Medieval. Universidad de Salamanca
A UNQUE hay escasas referencias al ganado en la documentación anterior al siglo XII, la ganadería es una de las bases económicas de los reinos cristianos peninsulares, como se deduce de que las ovejas, junto con el grano, sean medio de pago en una sociedad donde escasea la moneda.
La situación político-militar favorece el desarrollo de la ganadería sobre la agricultura: una sociedad amenazada por las incursiones musulmanas protege mejor el ganado, por su movilidad, que los cultivos.
A medida que las fronteras avanzan hacia el Sur, la solución ganadera se impone como único medio de explotación de las grandes extensiones de tierra incorporadas en los siglos X-XIII , que no pueden ser ocupadas con pobladores sedentarios —agricultores— porque los reinos cristianos carecen de suficiente población.
Los concejos
Insuficiencia demográfica y situación fronteriza, junto con el valor económico del ganado, resultan factores determinantes del auge de la ganadería en todos los reinos del Norte, y de modo especial en los reinos occidentales (León, Castilla y Portugal), que amplían considerablemente sus territorios entre el siglo X y los años centrales del XIII.
Por razones económicas y militares (es preciso defender con las armas el ganado, y sólo quienes tienen medios pueden hacerlo), los mayores propietarios de ganado son los monasterios-iglesias, los grandes nobles y, desde el siglo XI, los caballeros de los concejos surgidos a lo largo del valle del Duero.
Estos crean e impulsan las mestas locales o agrupaciones de ganaderos, que también existen en los concejos aragoneses, catalanes y valencianos, aunque menos desarrolladas que en los reinos occidentales.
En libertad, el ganado se desplaza continuamente en busca de los mejores pastos: sometido al hombre, éste se preocupa de favorecer la tendencia natural y de asegurar a sus ovejas, cabras o vacas pastos de invierno y de verano.
Este sentido tiene, por ejemplo, la política de adquisición de tierras que realizan en el siglo X el monasterio leonés de Sahagún o en el siglo XII los monasterios catalanes de Poblet y Santes Creus, según han demostrado José María Mínguez y Manuel Riu.
Uno y otros aspiran a ser autosuficientes, a disponer de tierras propias desde la montaña leonesa a Tierra de Campos o desde los Pirineos al Campo de Tarragona, para que el ganado paste en todas las épocas del año.
Menos afortunados y obligados a compaginar agricultura y ganadería dentro del término municipal, los concejos buscan una salida en la ampliación del territorio, a costa de los musulmanes o en perjuicio de los concejos limítrofes.
Las milicias concejiles, formadas por guerreros-pastores, se encargan de defender el territorio y de realizar las ampliaciones posibles. Con el tiempo, estos guerreros —conocidos con el nombre de caballeros villanos o populares— recaban para su grupo la dirección del concejo, se reservan en exclusiva los cargos de jueces y alcaldes y los utilizan para ampliar los derechos de los ganaderos: quedándose con determinados terrenos, atribuyéndose los beneficios derivados del uso de los pastos por ganado ajeno y organizando la trashumancia cuando los pastos propios son insuficientes y la situación militar permite llevar el ganado hacia el Sur.
Caza del jabalí, según el Libro de la montería .
Arado de tierras en la época medieval.
Una simple enumeración de los conflictos por el aprovechamiento de pastos (entre monasterios y concejos, entre centros eclesiásticos o entre concejos) haría este artículo interminable.
Baste recordar el pleito entre los infanzones del valle de Orbajena y el monasterio de Cárdena, en el que actuó de juez el Cid Campeador (1073), o las actuaciones de los hombres de Castrojeriz, quienes, basándose en el fuero del 974 que les autorizaba a proceder contra quienes se apoderasen de su ganado, no dudaron en atacar a miembros de la gran nobleza ni en dar muerte a sus servidores.
Los enfrentamientos entre concejos y el predominio en éstos de los caballeros se acentúan en el siglo XII, al hacerse más necesario el control de los pastos. En algunos lugares, como Sepúlveda, se prohíbe labrar o poblar las tierras más alejadas, el extremo, que se reservará a pastos.
No faltan los acuerdos entre concejos para aprovechamiento común, aunque es preciso recordar que estas avenencias se producen casi siempre tras enfrentamientos armados o pleitos judiciales, como en Guadalajara-Uceda, Cuéllar-Peñafiel, Valladolid-Peñaflor.