El macartismo, punto culminante del Temor Rojo ( The Red Scare ) que se apodera de los Estados Unidos a partir de los años veinte, es un episodio significativo en la historia estadounidense de la posguerra. Aunque la caza de brujas no empieza con McCarthy —sino que se enmarca en el contexto de principios de la Guerra Fría—, el macartismo representa su encarnación y su apogeo. Desde 1950 hasta 1954, en un clima de paranoia, histeria y miedo a una infiltración comunista en el propio Gobierno estadounidense, el senador republicano Joseph McCarthy instaura una política anticomunista que dará lugar a una verdadera inquisición.
En un principio, el objetivo de esta campaña inquisitorial es encontrar a los supuestos agentes comunistas infiltrados en el poder federal, pero más adelante se extiende también a todo lo que considera subversiones, tanto políticas (comunismo, socialismo, liberalismo) como sociales (sindicalismo, movimientos de los derechos civiles), culturales e incluso sexuales (la homosexualidad). El clima de sospechas y delaciones está a la orden del día.
Bajo la era del macartismo, se investiga a varios millones de ciudadanos ordinarios y a personas vinculadas con la administración federal, con consecuencias inmediatas: la restricción de la libertad de expresión política y la limitación de los derechos civiles. Asimismo, se producen miles de dimisiones de agentes federales o de destituciones, y sobrevienen muchísimas tragedias individuales, que empañan esos años de la historia de los Estados Unidos.
Contexto
Los antecedentes históricos
El macartismo no es la primera caza de brujas en los Estados Unidos. Anteriormente, el miedo a la subversión, a la traición y a las diferencias ya había desempeñado un papel relevante en la cultura política estadounidense.
En 1692, un primer acontecimiento de este tipo sacude el país: en Massachusetts estalla el caso de las brujas de Salem. Sobre eso, la historiadora Marie-France Toinet habla de un «modelo premacartista» (Toinet 1984, 12). En efecto, la atmósfera de esa época era sensiblemente idéntica, y cualquiera que tuviera relación con una persona acusada de brujería también era considerado sospechoso. Esta oleada de intolerancia, de xenofobia y de miedo al otro puede considerarse uno de los primeros signos precursores del macartismo. Asimismo, a partir de 1953, Arthur Miller (dramaturgo estadounidense, 1915-2005) establece un paralelismo entre los dos acontecimientos en su obra The Crucible ( Las brujas de Salem o El crisol ).
Las brujas de Salem
El conocido episodio de la historia estadounidense de los juicios de las brujas de Salem tiene lugar entre febrero y octubre de 1692. En un contexto de inseguridad (guerras indias), inestabilidad política (Massachusetts pierde su gobernador) y dificultades económicas, toda la autoridad recae en los líderes religiosos que imponen la rigidez del código puritano. En febrero, Tituba, una esclava india, es la primera acusada de brujería. La mujer estaba al servicio de la familia del reverendo Samuel Parris (1653-1720) y tenía la costumbre de contar historias de su isla, de hacer trucos de magia y de predecir el futuro a la sobrina y a la hija del reverendo. Un día en el que las dos jóvenes trajeron a sus amigas como invitadas, Tituba realizó un truco de magia, y a algunas de las chicas les pareció ver fantasmas, lo que causó llantos y convulsiones. Tras este caso, se produjeron otras 150 acusaciones, denuncias, encarcelamientos y torturas. 19 «brujas» mueren en la hoguera, una pena que, según los puritanos, era necesaria para purificar y exorcizar a la sociedad de los enemigos del más allá.
Otros acontecimientos que se producen a lo largo de los siglos siguientes conllevan reacciones igual de extremas y, a partir de 1798, se aprueban los Alien and Sedition Acts («leyes sobre los extranjeros y la sedición»). Estas leyes permiten que el presidente deporte por decreto a «todo extranjero que ponga en peligro la paz y la seguridad de los Estados Unidos, o del que se pueda sospechar de forma razonable que esté implicado en maquinaciones secretas o que constituyen una traición contra el Gobierno de los Estados Unidos» ( ib ., 13).
La inmigración también despierta miedos: las mareas de gente que se instala en los Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX preocupan a los protestantes anglosajones, que temen su pobreza y su inmoralidad, hasta el punto de que en las ciudades del este del país estallan disturbios raciales y religiosos, en los que los irlandeses son el blanco principal —a pesar de que la mayoría son católicos fervientes—.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, mientras se producen violentas huelgas en las que los movimientos sociales obreros son reprimidos, los responsables políticos afirman que la violencia procede del extranjero. Esta desconfianza con respecto a las aportaciones del exterior también afecta al ámbito político. Así, el socialismo no logra implantarse en los Estados Unidos, ya que se percibe como algo que no es propio del país.
El Temor Rojo
La primera verdadera psicosis anticomunista en los Estados Unidos, el Temor Rojo ( The Red Scare ), surge con la Revolución rusa de 1917 y alcanza su apogeo en 1919-1920. Todos los revolucionarios, los sindicalistas, los socialistas, los anarquistas y los comunistas, sin excepción, se convierten en una amenaza. El caso de Sacco y Vanzetti es una perfecta muestra de ello. Puesto que los acusados son inmigrantes y anarquistas, automáticamente son también culpables de los hechos de los que se les acusa.
Condenados equivocadamente
En 1920, Nicola Sacco (1891-1927) y Bartolomeo Vanzetti (1888-1927), migrantes italianos y militantes anarquistas, son acusados de haber asesinado al cajero y al vigilante de una fábrica. A continuación, tiene lugar un proceso poco cuidado en el que el tribunal los considera una amenaza, sean culpables o inocentes, puesto que son extranjeros y, además, comunistas. Aunque defienden su inocencia, Sacco y Vanzetti son condenados a muerte en 1921, y no serán rehabilitados hasta los años setenta.
Este primer Temor Rojo ya posee todas las características propias del macartismo: la intolerancia, la xenofobia, la obsesión de la subversión interior, la delación, la represión y la restricción de las libertades. El Red Scare de los años 1919 y 1920 conlleva la implementación progresiva de mecanismos de detección y de represión.