Cuando el niño abandona el estadio de lactante, hacia los 2 años, y cuando ya ha adquirido un cierto número de aptitudes psicomotrices, aprender a ir al baño se convierte en una preocupación en la familia. En efecto, con su ingreso en parvulario unos meses más tarde, el pequeño tiene una nueva vida social y, con ella, aparecen unas exigencias higiénicas. Durante este proceso de aprendizaje suelen manifestarse los problemas de enuresis. Aunque este fenómeno es completamente normal, la enuresis se vuelve problemática cuando perdura y genera un malestar en el día a día, tanto para los niños como para los padres. ¿Cómo explicar que nuestro hijo todavía moje la cama cuando tendría que mantenerse limpio desde hace tiempo? ¿Los motivos se encuentran en un ambiente familiar demasiado estricto? ¿Se trata de un problema fisiológico? ¿Es inevitable acudir a un especialista? ¿Qué actitud adoptar como padre y qué costumbres implantar para ayudar a que tu hijo deje de mojar las sábanas?
En 50 minutos, aprende las claves para acompañar eficazmente a tu hijo en su proceso de adquisición del control de estas capacidades, descubre las causas y también las consecuencias de la enuresis nocturna, y su tratamiento, ya sea en casa o con la ayuda de un profesional de la salud.
¿CÓMO EXPLICAR EL FENÓMENO DE LA ENURESIS?
LA ENURESIS NOCTURNA
La enuresis nocturna, más conocida como «orinarse en la cama» o «mojar las sábanas», se define como una pérdida de orina intermitente, inconsciente e involuntaria durante el sueño después de los 5 años. Es importante detallar que estas pérdidas urinarias se producen fuera de toda afección médica, neurológica o psiquiátrica.
Si bien la mayoría de los niños alcanzan la adquisición del control voluntario diurno hacia los 3 años —aunque todavía pueden producirse algunos accidentes—, después de los 5 años, se supone que el niño es igual de limpio por el día que por la noche, puesto que ya logra controlar sus esfínteres. Así pues, hablamos de enuresis cuando no domina su vejiga después de los 5 años.
En líneas generales, se obtiene la adquisición del control voluntario nocturno:
- Hacia los 18 meses, en el 2 % de los niños y en el 6 % de las niñas;
- Hacia los 3 años, en el 75 % de los niños y en el 80 % de las niñas;
- Hacia los 5 años, en el 85-90 % de ambos géneros;
- Hacia los 15 años, en el 99 % de ambos géneros (Valleteau de Moulliac et al . 2005).
¿Sabías que…?
Los chicos se ven mucho más afectados por la enuresis (60 %) que las chicas (Mas et al . 2004).
La enuresis puede tener una frecuencia muy variable: puede ser regular o irregular, intermitente con largos periodos de control, o también episódica, con algunos accidentes escasos. Puede ocurrir al principio de la noche y que la razón sea un sueño profundo, del que al niño le cuesta salir y durante el que no siente las ganas de orinar, o presentarse al final de la noche y estar relacionado con una vejiga demasiado llena.
LA ENURESIS PRIMARIA Y SECUNDARIA
Existen dos tipos de enuresis en función de cómo han surgido: la enuresis primaria y la enuresis secundaria.
En el 80 % de los casos, la enuresis es primaria, es decir, el niño casi nunca ha estado limpio por la noche. Por lo general, esta se resuelve por sí sola con el tiempo. No obstante, si el problema perdura tras alcanzar la edad en la que normalmente se adquiere el hábito, puede resultar útil consultar a un médico, que determinará si la enuresis se debe a un problema fisiológico determinado y si requiere una atención médica.
Se habla de enuresis secundaria cuando se produce tras un periodo de control completo (día y noche) que va desde los seis meses a un año. La mayoría de las veces, el motivo de esta regresión se encuentra en un acontecimiento que ha supuesto un choque emocional para el niño.
LAS CAUSAS DE LA ENURESIS
Las causas de la enuresis primaria son más bien de orden fisiológico, porque el niño nunca ha logrado mantenerse limpio. Por su parte, la mayoría de las veces, la enuresis secundaria presenta motivos psicológicos, aunque no se excluye un trastorno orgánico.
La explicación fisiológica
Basándose en una anamnesis (un interrogatorio) y, eventualmente, en un análisis de orina, muchas veces el médico identificará en el niño incontinente un problema de orden fisiológico, ya sea funcional u orgánico, principalmente en caso de enuresis nocturna primaria. Entre los más habituales, están:
- una vejiga inmadura . El niño no logra controlar su esfínter uretral y aguantar cuando la necesidad se vuelve urgente;
- una vejiga demasiado pequeña . La capacidad vesical es demasiado limitada para contener la orina durante un largo periodo;
- un desajuste endocrino . En algunos niños enuréticos, la secreción de HAD (hormona antidiurética) no se produce correctamente. Por ende, el organismo tiene problemas para reabsorber el líquido, lo que puede conllevar una poliuria nocturna, un trastorno urinario caracterizado por una necesidad de orinar anormalmente elevada;
- un sueño demasiado profundo . En estos casos determinados, al niño, cuyo umbral de vigilia es particularmente elevado, le cuesta despertarse y, por lo tanto, sigue dormido, a pesar de las señales que le envía su vejiga;
- una predisposición genética . Actualmente, se están llevando a cabo estudios para identificar genes que podrían estar vinculados con la enuresis y para determinar su papel exacto. Podrían estar relacionados los cromosomas 8, 12, 13 y 22;
- un trastorno orgánico subyacente . Puede ocurrir que la enuresis nocturna esté provocada por una enfermedad o por una infección independiente, como una diabetes o, incluso, una infección urinaria. Esta causa orgánica particular también puede aplicarse a la enuresis secundaria.
¿Sabías que…?
Un niño que tenga algún progenitor que haya sufrido enuresis tiene un 44 % de posibilidades de verse también afectado. Este porcentaje aumenta hasta el 77 % si ambos padres han sido enuréticos (Dehin 2002).
La explicación psicológica
Además de los factores puramente fisiológicos, la enuresis y, en especial, la enuresis secundaria, puede deberse a una causa psicológica, un acontecimiento crucial que altere el equilibrio diario del niño. En esos casos determinados, conviene aislar en una línea del tiempo el momento en el que empezó el problema de incontinencia. Puede tratarse de:
- un choque emocional . Un niño que se mantiene limpio desde hace mucho a veces puede retroceder tras un acontecimiento que lo ha angustiado, como el divorcio de sus padres, el nacimiento de un nuevo niño, un fallecimiento, un cambio de escuela, etc.;
- una especie de rebelión . Si la adquisición de los hábitos se ha caracterizado por exigencias educativas que no se adaptan a la edad o a las capacidades del niño, puede sentir la necesidad de expresar su descontento o su sufrimiento a través de la incontinencia;