Varios Autores - Duermes tú, duermo yo

Prólogo

Dieciocho despertares… sí, dieciocho. En ese momento, decidí que prefería no dormir antes que ser despertada cada diez minutos. Me quedaba hasta las tres de la madrugada, mi marido tomaba el siguiente turno. Deambulaba por mi casa, comía, veía series y contenía cada uno de los despertares de Bernardo. Intenso, ¿no?

¿Por qué nadie me había anticipado esto? ¿Estaba haciendo algo mal? ¿Mi Bernardo tenía un problema?

Siempre he sido un poco nerd (más bien, bastante), me encanta investigar, llegar al fondo de las cosas y descubrir nuevas tendencias. Me interesa desde la farándula hollywoodense, hasta el arte y la cultura, tecnología y productos innovadores, alimentación saludable… y bueno, desde ese momento: EL SUEÑO INFANTIL.

Fue así como llegué a este camino, que fue tomando protagonismo y que finalmente se convirtió en lo que hoy es Niños a Dormir, y que reemplazó a mi amada Ortodoncia. Además, ¿qué mejor que trabajar con mi mejor amiga de la vida? No quiero decir desde hace cuánto (solo diré que nos conocemos desde prekinder ).

Lo que más valoro de todos estos años en Niños a Dormir, es haber aprendido que el mal dormir de los niños no es un “problema en sí”, sino más bien un problema para nosotros, los adultos. Necesita de mucha paciencia, SÍ, pero se puede pavimentar el camino para que este proceso sea lo más llevadero y orgánico posible, con información y respeto por el tiempo de cada familia.

Al principio, nosotras también hablábamos de “entrenamientos”, de “formar malos hábitos”, de “muletillas”. Sin embargo, hemos aprendido que jamás puede ser un mal hábito responder a las necesidades emocionales de nuestros hijos, que este proceso no se puede “forzar” en dos semanas y que desde el principio de los tiempos, el pecho, los brazos y el contacto físico han sido recursos biológicos y naturales para poder relajar a nuestros niños y que se sientan seguros. Mamás, papás, los invitamos a acompañarnos en este camino del dormir, y recuerden siempre que:

SU INSTINTO ES SU SUPERPODER

Isabella

CAPÍTULO 1

Introducción

Relatos de una mombie

Choqué con la maternidad. Literalmente. Tenía tanto, pero tanto sueño, que me quedé dormida manejando por la Ruta 68.

MUY por suerte, no venía nadie cerca y no pasó nada grave. Pero esto no había ocurrido en vano.

Mi marido y yo prácticamente no dormíamos. Cada tarde, cuando se acercaba la hora de la rutina de sueño, se me hacía un nudo en la guata de no saber qué nos esperaría esa noche, cuántas horas de sueño íbamos a lograr tener —o NO tener, más bien—, y cómo íbamos a levantarnos al día siguiente para ir a trabajar.

El accidente fue un llamado de atención. Nos obligó a reflexionar sobre la “pelea” que estábamos dando CONTRA el sueño, contra nuestra Violeta y contra nosotros mismos. No solo había chocado contra una barrera, sino contra mis irreales expectativas de la maternidad, y, por ende, con las desmedidas expectativas del sueño de mi hija.

Me costó asumirlo: ser mamá implicaba grandes cambios. Imposible mantener el mismo ritmo, predictibilidad e independencia. No todo podía ser perfecto, limpio y ordenado. Y nuestra preciosa Violeta no sería la excepción en mi lista de exigencias irreales.

Siendo yo de energía e intensidad implacables, Enfermera Matrona de Neonatología (y en teoría, experta en recién nacidos), mi hija NO dormía bien, NO podía hacerlo sola, NI tampoco de corrido.

Con Niños a Dormir vino la revelación: estábamos tratando de “solucionar un problema” sin antes comprender lo que es normal, y lo que ella y nosotros necesitábamos.

Debíamos dejar de lado las reglas, las opiniones, los “remedios”, los “deber ser” y las lágrimas, para desde ahí avanzar con cariño y paciencia, encontrando nuestro propio camino. Con mi querida Isa buscamos esto: poder apoyarlos como a nosotros nos hubiera gustado años atrás, siempre rescatando el quiénes son ustedes, sus hijos y su camino recorrido. En Niños a Dormir encontrarán guías y experiencia, sin fórmulas predeterminadas que sirvan a todos, ¡pero tranquilos! Esta libertad abre un mundo de posibilidades. Podrán comprender y apoyar el sueño de sus niños, respetando su ritmo, el de ustedes, siempre escuchando de forma fuerte y clara su instinto. ¿Quién conoce a sus hijos mejor que ustedes?

Antes de seguir, queremos hacer un pequeño disclaimer : creemos que las palabras “asesor/a” y “ coach ” están tan manoseadas últimamente, que podrían significar cualquier cosa. Preferiríamos usar otro término, pero para fines prácticos, y para entendernos todos, usaremos “asesora/s”.

OK , tenemos que hacer un segundo disclaimer . Es el último, lo prometemos. A lo largo de este libro nos dimos muchas vueltas con la nomenclatura: nos preguntábamos si deberíamos escribir siempre “niños y niñas”, “hijos e hijas”, “padres y madres”. ¿O le poníamos una @? ¿O escribíamos “niñes”, “hijes”? Al final, siguiendo el consejo de nuestra editora, hemos decidido que, en virtud de la extensión y fluidez del texto, usaremos el masculino: hijo, niño, padre/s para englobar ambos, a menos que nos refiramos exclusivamente a un niño o padre del género masculino, en cuyo caso, especificaremos.

Ahora sí, podemos continuar.

Valentina

Sobre nosotras

Mujeres, hijas, profesionales de la salud, mamás (casi al final, pero LEJOS LO MÁS IMPORTANTE), mombies (mamás+zombies), y hoy, asesoras en sueño infantil.

¿ Mombies rehabilitadas? Nuestros niños experimentaron frecuentes despertares nocturnos, múltiples tomas de leche nocturna, presentaron alta necesidad de contención y descansos totalmente erráticos. Pasamos noches en vela, ¡millones! Horas meciéndolos, durmiendo en el suelo, dentro de sus cunas y más, donde lo más difícil fue NO SABER si lo estábamos haciendo bien o mal, y si lo que estábamos viviendo era normal o un problema real de sueño.

Hoy, después de haber estudiado, de habernos certificado como asesoras en sueño, apoyado a nuestros propios niños, y por años haber ayudado a un sinnúmero de familias, sabemos que ninguno de estos comportamientos es sinónimo de tener un niño que DUERME MAL. Son solo sinónimo de TENER UN NIÑO. Entonces, ¿se puede hacer algo al respecto? Sí, mucho más de lo que todos creen, pero siempre respetando el ritmo de los niños y de la familia: ellos deben marcar el paso.

Luego de esta gran revelación, ¿cómo no hacer algo por los demás, cuando nosotras mismas estuvimos ahí? En nuestra experiencia, lo más importante fue apoyar de forma respetuosa el dormir de nuestros hijos. Queríamos poder estar con ellos, relajarlos, hacerles cariño y apoyarlos para un buen dormir. ¡No era una tarea fácil! Pero con mucha paciencia y cariño lo logramos. Nuestra vocación de servicio, combinada con nuestra maternidad y experiencia de muy poco dormir, nos llevó a mirar más allá, mucho más lejos de lo que todos veían en ese entonces, para desde nuestra propia vivencia y capacitación, acompañar y apoyar a las familias en torno al dormir de sus hijos y por ende, en el descanso de toda la familia.