50Minutos - Gustav Klimt

El trabajo de Gustav Klimt se ve profundamente marcado por la efervescencia de la ciudad en la que vive: Viena. A principios del siglo XX, esta rivaliza con las grandes metrópolis europeas como París, Bruselas y Londres. En efecto, desde un punto de vista económico y demográfico, la capital austrohúngara no deja de crecer, influida por una expansión urbanística y por la inmigración. En 1900, está habitada por dos millones de personas y se encuentra dentro de un Imperio en el que viven cincuenta.

Entonces, el país está en manos del emperador Francisco José I (1830-1916), que reina de 1848 a 1916. Este último moderniza y centraliza la administración austriaca en Viena, que se encuentra en el corazón del Imperio. Al mismo tiempo, ordena que se destruyan las murallas de la ciudad, reduce los derechos de aduana, unifica la fiscalidad, contribuye a la creación de la Universidad de Viena y lleva a cabo otras acciones para situar a la ciudad como el centro económico, artístico y científico del país.

Esta transformación va de la mano con una evolución de las costumbres y de la sociedad vienesa. Muchos inmigrantes que llegan desde todo el Imperio y desde más allá de sus fronteras se instalan en esta metrópoli cosmopolita donde se mezclan pueblos con religiones y con tradiciones diferentes. Este mestizaje cultural contribuye al surgimiento de nuevas capas sociales y nacen los primeros sindicatos y partidos políticos. El emperador Francisco José I, animado por su pueblo, instaura el sufragio universal, aunque se oponga a él por principios. La burguesía creciente, que se convierte en una pieza imprescindible en el ámbito económico, impone su presencia a la aristocracia y desestabiliza a la monarquía.

En cierta manera, estos cambios influyen en el trabajo de Gustav Klimt, al que podría calificarse como «universitario clásico» al inicio de su carrera. Sus maestros, sobre todo los pintores Ferdinand Laufberger (1829-1881) y Julius Victor Berger (1850-1902), le inculcan la noción de la belleza clásica. El joven artista pasa años reproduciendo modelos grecorromanos de acuerdo con el neoclasicismo.

El neoclasicismo

El neoclasicismo surge en Europa en la segunda mitad del siglo XVIII, gracias a la influencia creciente de la Antigüedad clásica en el arte. Las obras antiguas, sinónimo de armonía, de equilibrio y de sencillez, despiertan un interés renovado en los pintores de la época que, por consiguiente, quieren imitar en sus ejecuciones las formas grecorromanas.

No obstante, a principios de los años 1890, Gustav Klimt se pregunta acerca de la evolución de la sociedad y del arte. Junto con otros artistas, como los arquitectos y decoradores Josef Maria Olbrich (1867-1908) y Josef Hoffman (1870-1956), inaugura un cambio clave en el ámbito artístico vienés al fundar en 1897 una nueva asociación: la Wiener Secession («Secesión de Viena»), en la línea del modernismo.

El objetivo principal del grupo es exponer a jóvenes artistas locales o extranjeros y darlos a conocer, favoreciendo la coexistencia de estilos distintos. Para respaldar su enfoque, los miembros de la asociación crean inmediatamente después una revista titulada Ver Sacrum («Primavera Sagrada»), un título que remite al rito antiguo de la renovación: hace referencia a la formación académica de los artistas, inculcada por maestros de los que deben liberarse a partir de ahora. El escritor Hermann Bahr (1863-1934) define la misión de la Secesión vienesa en el primer número de Ver Sacrum :

«Nuestro arte no es una lucha de los artistas modernos contra los antiguos, sino la promoción de las artes contra los vendedores ambulantes que se hacen pasar por artistas y que tienen un interés comercial en no dejar que el arte se desarrolle plenamente. El comercio o el arte, ese es el reto de nuestra Secesión. No se trata de un debate estético, sino de una confrontación entre dos estados anímicos» (Bahr 1897, 205).

El autor destaca una renovación artística que se erige frente a lo que la opinión pública piensa que es algo evidente, es decir, la influencia del dinero sobre el arte. Una vez que los artistas se han liberado de la carga de los pedidos de los mecenas, son libres en sus decisiones estéticas.

El modernismo

El modernismo es una corriente europea y estadounidense de renovación de la arquitectura y de las artes que se desarrolla entre 1890 y 1905. Predica el arte total, es decir, la fusión de los géneros artísticos en un mismo movimiento (pintura, música, artes decorativas, arquitectura). En Alemania, toma el nombre de Jugenstil , por la revista epónima Jugend , en Austria Sezessionstil , en Inglaterra Modern Style , etc.

Este periodo es extremadamente prolífico para Gustav Klimt, que se abre a nuevas influencias: descubre la pintura con fondo dorado y los mosaicos paleocristianos y medievales de Ravena y de Venecia. Por otra parte, encuentra una gran fuente de inspiración en las artes egipcia, asirio-babilónica, bizantina y japonesa, con lo que sigue el ejemplo de los simbolistas y de los impresionistas.

el simbolismo y el impresionismo

El simbolismo es un movimiento literario y artístico que nace en los años 1880. Según los pintores simbolistas, el arte debe reflejar una emoción o una idea más que representar el mundo natural de manera casi científica, como hacen sobre todo los artistas realistas.