50Minutos - El Humanismo

El humanismo nace durante el Renacimiento, un amplio periodo de renovación cultural que empieza en Italia a finales del siglo XIV y que alcanza toda Europa en los siglos XV y XVI. Es la época de los grandes descubrimientos en todos los ámbitos (geográfico, científico, artístico, etc.), y algunos de ellos tienen un impacto profundo en los hombres del Renacimiento. Así ocurre especialmente con el heliocentrismo de Nicolás Copérnico (1473-1543), que establece que solo el sol es fijo, en el centro del universo, lo que relativiza el lugar del individuo en el mundo. En 1492, Cristóbal Colón ( c . 1451-1506) descubre América, lo que desvela que la Tierra es redonda y que existe otro continente completamente desconocido, algo que también sacude a todos los europeos.

En el ámbito cultural, el Renacimiento se caracteriza principalmente por el redescubrimiento de la Antigüedad clásica y por una revalorización general del saber. Gutenberg ( c . 1400-1468) inventa la imprenta en 1448 y, de hecho, esto permite una mejor difusión de los conocimientos a escala europea. Pero no se trata del único medio de transmisión de las nuevas ideas: los eruditos de la época, ávidos de conocimientos y de intercambios, mantienen largas correspondencias y se mueven por todo el continente. En lo que respecta particularmente a las artes, se trata de una época de bonanza, extremadamente prolífica tanto en pintura como en escultura y en arquitectura. En Italia surge un gran número de artistas, a cada cual más prestigioso: Filippo Brunelleschi (1377-1446), Masaccio (1401-1428), Leon Battista Alberti (1404-1472), Sandro Botticelli (1445-1510), Leonardo da Vinci (1452-1519), Rafael (1483-1520), Miguel Ángel (1475-1564), Tiziano ( c . 1488-1576) y muchos más.

El Renacimiento y la corriente humanista, sucesores de la Edad Media —a la que se considera casi siempre (¡y de forma muy equivocada!) una época de oscuridad— parecen rebosar de promesas. Sin embargo, se desarrollan en el sufrimiento, insertos en un periodo en el que abundan las guerras.

La caída de Constantinopla

La caída de Constantinopla en 1453 contribuye al desarrollo del Renacimiento en Italia y, en general, tiene un impacto duradero en el mundo occidental. En efecto, tras la toma de Constantinopla, capital del Imperio romano de Occidente (también llamado Imperio bizantino), a manos del sultán turco Mehmet II (1432-1481), los sabios griegos huyen de oriente llevándose consigo muchos manuscritos y se refugian en Italia. De esta manera, a los conocimientos occidentales se suman nuevas fuentes de sabiduría.

Junto a la imprenta y a los numerosos intercambios entre los hombres del Renacimiento, las guerras de Italia, que asolan la península italiana de 1494 a 1559, también contribuyen en gran medida a que se exporte el Renacimiento y el humanismo a Francia y al resto de Europa.

En el siglo XV, Italia no tiene nada que ver con el país que conocemos actualmente: está fragmentada en una multitud de ciudades-Estado (Florencia, Venecia, Milán, Nápoles, etc.), sin nada que las una. Cada una desarrolla su propia cultura y está regida por los representantes que ha escogido. A finales del siglo XV, Francia aprovecha esta falta de unidad para anexionar ciertos territorios italianos que considera que le pertenecen. En realidad, todo empieza en 1480, cuando el rey de Nápoles, Renato I (1409-1480), muere sin heredero y deja sus tierras al rey de Francia, Carlos VIII (1470-1498). A partir de 1492, este último quiere que se reconozcan sus derechos y prepara la primera guerra de Italia (1494-1495), que le permite asediar el reino de Nápoles. Aunque Carlos VIII logra ser reconocido como soberano, este primer triunfo no es visto con buenos ojos por el papa, que lo insta a volver a Francia. Finalmente, la ciudad de Nápoles es recuperada por la Liga de Venecia.

Pero en seguida el sucesor de Carlos VIII, Luis XII (1462-1515), se lanza a su vez a la conquista de Italia, presentándose como el heredero legítimo del ducado de Milán por sus vínculos de parentesco con la familia Visconti. En 1499, toma el Milanesado y recupera el reino de Nápoles gracias a la ayuda del reino de Aragón. No obstante, Francia vuelve a ser expulsada del territorio tras una coalición de sus enemigos. No será hasta 1515 cuando los franceses, dirigidos por Francisco I (1494-1547), recuperarán el ducado de Milán durante la famosa batalla de Marignano, que marca el final provisional de las guerras de Italia. En efecto, se retoman las hostilidades tras la elección de Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558) a la cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico en 1519. Deseoso por asentar su autoridad en toda Europa, este se anexiona el Milanesado en 1525 antes de conquistar el resto de la península italiana hasta Roma, saqueada en 1527. Por su parte, Francisco I intenta recuperar el ducado de Milán en dos ocasiones (1536-1538 y 1542-1544) y en vano. Las guerras de Italia y, más en general, el conflicto que enfrenta Francia a los Habsburgo, terminan finalmente en 1559 con la Paz de Cateau-Cambrésis, en la que Francia renuncia a Italia.