Título original: NO ME JUDAS SATANAS!!, publicado en Popular1 #249, julio de 1994
César Martín, 1994
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Las televisiones de nuestro país son un misterio. Cuando definitivamente decides no volver a conectar jamás con uno de esos malditos canales y alimentarte sólo de emisiones extranjeras, te sorprenden con una docena de films terroríficos de Serie B. Paradójicamente la 2 de TVE ha sido el canal que nos ha brindado más aberraciones de un tiempo a esta parte: Ultraman, Russ Meyer, ciencia ficción de los 50’s… y no hace mucho ¡cuatro pelis seguidas del grandioso Jonh Waters! Ese pseudo ciclo dedicado al maestro de la escatología y lo desagradable ha excitado, como es lógico, a los lectores del Popu, y desde hace varios meses llegan a la redacción continuamente extrañas misivas de viejos seguidores del cine de Waters, y de nuevos fans que acaban de descubrirle y desean saberlo absolutamente todo sobre él. Los listados de preguntas son interminables: ¿era realmente un hombre Divine?, ¿es auténtica la escena de la mierda de perro de “Pink Flamingos”?, ¿de dónde diablos salió la mujer-huevo de “Pink…”?, ¿son reales las secuencias de Divine exhibiéndose por la calle en “Female Trouble” y “Pink Flamingos”?, ¿formaban una especie de comuna los actores habituales de Waters?… Demasiadas cuestiones para ser respondidas en el Correo y el Apéndice, de modo que, tal como hice meses atrás con T. Rex, utilizaré el No Me Judas para desvelar todas esas dudas de golpe. Los viejos admiradores del director podéis recrearos rememorando aquella primera vez que penetrásteis en el cine de este hombre, y quienes acabáis de descubrirle encontraréis aquí las respuestas a vuestras preguntas.
César Martín
John Waters
NO ME JUDAS SATANAS!! - 249
ePub r1.0
Titivillus 25.03.18
Cada mago de la Serie B tiene un título personal que le distingue de sus colegas de profesión. Herschell Gordon Lewis es el Rey del Gore, el gran pionero del cine sangriento; Ed Wood es recordado cariñosamente como el peor cineasta de la historia, el más cutre de todos; Russ Meyer es el n.º 1 dentro del porno suave, un maestro en el arte de mezclar sexo y violencia, el gran defensor de las super-mujeres con tetas desproporcionadas; Roger Corman destacó entre otras cosas por su habilidad a la hora de sacar partido comercial de films con presupuestos económicos casi inexistentes; y John Waters se caracterizó sobre todo en su primera época por impactar a las audiencias con guarrísimas secuencias llenas de vómitos, defecaciones, rostros deformes, etc. Su título oficial es “King of Puke” (Rey del vómito), a causa de esa costumbre suya de intercalar en sus films siempre una secuencia de alguien sacando el hígado por la boca. Pero, por supuesto, su carrera no se reduce a eso. Waters también pasará a la historia por haber dado a conocer a la legendaria Divine (tan emblemática en los 70 como el Tony Manero de “Saturday Night Fever” y el detective negro Shaft), y por haber puesto a nuestro alcance a un buen puñado de personajes extremos (Edith Massey, David Lochary, Mink Stole, Jean Hill & Co.). Además de alegrarnos la existencia con esa forma tan peculiar de hacer cine, y con su inconfundible sentido del humor, que afortunadamente no divierte a todo el mundo.
John Waters fue uno de los tipos que contribuyó a enterrar la pesadilla hippie. A él y a otros sujetos como Manson, Iggy y demás, hemos de agradecerles que el mundo dejase de ser hace ya muchos, muchos años, un criadero de borregos colgados en la Era Acuario. Cuando los 60’s estaban a punto de extinguirse, Waters hizo cuanto pudo desde su humilde posición para borrar a los hippies de la faz de la tierra. Llenó la Costa Oeste de pintadas pro-Manson, defendió el culto a la violencia en cada entrevista y basó su cine en la sangre y la escatología. Su corte de aberrados le ayudaron a combatir la ñoñería “sixties”, y en cierto modo fueron unos pioneros del punk, no en vano cuando los punkies se alzaron en armas en el 76-77 en U. K., fue elegida una imagen de Divine perteneciente a la campaña promocional de “Female Trouble” para ilustrar una camiseta que durante unos cuantos meses lucirían con orgullo los primeros seguidores de los Pistols, los Damned y compañía. El aspecto salvaje y repulsivo de Divine y el cine de Waters calaron tan hondo en las mentes de los jóvenes punkies como los primeros discos de los Stooges y los New York Dolls. Al fin y al cabo las provocaciones de los Pistols por ejemplo parecían estar inspiradas en parte en los escándalos protagonizados por Divine y Waters entre finales de los 60 y principios de los 70. Johnny Rotten y su pandilla supieron entrar en la industria a puntapiés promoviendo la “anarquía en U. K.” y atacando a la Reina, y Divine por su parte se dio a conocer seis años antes confesando públicamente haber dirigido y llevado a cabo la masacre de Sharon Tate; son métodos parecidos de salir del anonimato a lo bruto. Divine obviamente no tuvo nada que ver en el asunto de la actriz asesinada, ni llegó a conocer al verdadero autor de los crímenes, Charles Manson, pero con esas declaraciones se ganó inmediatamente un hueco en los periódicos sensacionalistas.
Divine fue casi desde el primer momento la mano derecha de John Waters. Este maravilloso aborto de la naturaleza se convertiría durante más de una década en el principal reclamo del cine de Waters. Vestido de hombre o de mujer, de bomba sexual o de freak con cara deforme, Divine captaba siempre la atención de las masas. En los días de “Pink Flamingos”, Waters se limitaba a pasear con Divine por las calles de NYC y L. A. y ya conseguía toda la promoción deseada. No hacía falta organizar tópicas ruedas de prensa, simplemente daban una vuelta por el centro de cada ciudad y al cabo de un rato estaban rodeados de fotógrafos que al día siguiente se encargaban de difundir en sus respectivos periódicos la última imagen de Divine. Ocasionalmente a esos improvisados paseos se unían también otros personajes de la corte del director, y entonces el efecto ya era arrollador: David Lochary con su pelo decorado con mechas verdes y azules, Edith Massey dejando al descubierto sus sebosos michelines… fuerte, muy fuerte, juntos formaban el equipo de Dreamland, que es el nombre con el que Waters bautizó a sus estudios cinematográficos (su habitación de dormir y la de sus padres, en donde se rodaron la mayor parte de las secuencias de sus primeras pelis). Los Dreamlanders (así se hacían llamar) tenían dos misiones en la vida: joder a los hippies y competir con los grandes estudios. Como el tema económico andaba bajo mínimos, debían invertir todos sus esfuerzos en fabricar secuencias que la gente no olvidase jamás, de ese modo nacieron escenas como la de