Bibliografía
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Título original: Flandes contra Felipe II
AA. VV., 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[*] Esta indagación de futuros hipotéticos o alternativos en tiempo pasado, interesante para la adecuada valoración de la política pretérita, puede antojársele a alguien ejercicio ocioso o frívolo, pero consideremos que las más rigurosas ciencias sociales aplican hoy métodos similares con la teoría de los juegos, y en la misma disciplina histórica ha arraigado el procedimiento, por ejemplo, en la más sofisticada y matemática de las escuelas de investigación económica, la New Economic History.
[*] J. W. Smit, «La revolución en los Países Bajos», Revoluciones y rebeliones de la Europa moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1972.
[1] Tomamos esta palabra en sentido amplio, como el conjunto de las provincias que pertenecieron a los Habsburgos y que hoy forman el Benelux, más las porciones conquistadas por Francia.
[2] El célebre impresor Plantina, editor de la Biblia Regia, obtuvo de Felipe II un monopolio de impresión de todos los breviarios y libros litúrgicos que se vendieran en España y sus Indias.
[3] Vázquez de Prada, Lettres marchandes d’Anvers… , según datos del archivo de Simón Ruiz.
[4] A la falta de un trabajo de conjunto, pueden consultarse las obras de John Everaert, De internationale en koloniale handel der vlaamse firma’s to Cádiz, Brujas, 1973. Eddy Stols. La colonia flamenca de Sevilla y el comercio de los País Bajos españoles y los artículos del marqués de Saltillo sobre la nobleza andaluza de origen flamenco.
[5] «Las armas y las musas. Las guerras de Flandes en la literatura de la Edad de Oro», HISTORIA 16, número 76.
[6] Sobre el número de militares españoles en Flandes véanse los apéndices C y D de G. Parker, El Ejército de Flandes.
[7] «Por su rey y por su dama». Cit por M. Herrero, Idea de los españoles del siglo XVII.
[8] Morel Fatio, Espagnols et flamands, 285 (París. 1895).
[9] Vázquez, cit. por G. Parker, El Ejército de Flandes, 226.
[10] Parker, obra citada. 219
[11] Quatrefages, Los tercios españoles, 315
[12]Diálogos militares y políticos sobre las campañas ejércitos de Flandes, págs. 76-82 (Bruselas, 1654).
[13]Disquisitionum magicarum libri sex, Maguncia 1593.
[14]D. Rodrigo Calderón, Anversois, Bull. Academie Royale de Belgique, 1959.
Guillermo de Nassau, príncipe de Orange, Cabeza indiscutible de la rebelión de los Países Bajos contra Felipe II, fue asesinado el 10 de julio de 1584 en su residencia de Delft por Baltasar Gérard, un borgoñón comprado por la recompensa española.
En este Cuaderno, José Alcalá-Zamora describe la situación social y económica de las provincias de los Países Bajos en vísperas de la llegada de Felipe II al trono; Geoffrey Parker analiza los motivos de su enfrentamiento con la monarquía hispánica y sigue los primeros pasos de la guerra de Flandes; Manuel Fernández Álvarez traza un perfil biográfico del padre de la nación holandesa, y Antonio Domínguez Ortiz presenta aspectos poco conocidos de la actividad de los españoles en aquellas tierras.
AA. VV.
Flandes contra Felipe II
Cuadernos Historia 16 - 005
ePub r1.1
Titivillus 26.05.2021
En vísperas de la revolución
Por José Alcalá-Zamora
Catedrático de Historia Moderna.
Universidad Complutense de Madrid
E N la séptima década del siglo XVI, hasta su desembocadura militar de 1568, se gesta uno de los procesos de mayor duración —ochenta años— y trascendencia de la historia europea: la revolución de los Países Bajos, culminada, aunque sólo a medias desde el punto de vista geográfico, en 1648.
A lo largo de esas fechas preliminares, según explica el profesor Parker en otro lugar del Informe, la autoridad de Felipe II y de sus representantes en Flandes se fue deteriorando conforme el despliegue revolucionario pasaba del descontento o las hostilidades personales e institucionales a la radicalización de posturas y toma de conciencia, a los motines, destrucciones y derramamientos de sangre, a la forja de programas y estrategias, sin que pudieran acordarse las razones e intereses de los unos y los otros.
Pero retrocedamos hasta situarnos en octubre de 1555, cuando el emperador Carlos V cede a su hijo Felipe la titularidad de los Países Bajos, medida que se completó en enero siguiente con la abdicación de la Corona de España y reino de Sicilia.
El heterogéneo y frágil edificio imperial, compuesto por el triángulo hispano-italo-alemán, se bifurcaba sobre el mapa europeo en la alianza dinástica de la Germanía austriaca y la confederación de Estados que conocemos con el nombre de Monarquía Hispánica. Esta venía a constituir también, como recientemente ha sugerido el inglés Stradling, un sistema o complejo de imperios, dentro del cual los Países Bajos, por su posición y riqueza, ya que no por sus dimensiones, desempeñarían funciones esenciales en orden al despliegue, vertebración o supervivencia del conjunto.
Hasta que, a finales del siglo XVII, diversas circunstancias disminuyeron algunas de sus ventajas, las coordenadas geográficas de los Países Bajos deben calificarse de excepcionalmente favorables.
Situados sobre lo que entonces —y casi también hoy—, de Sicilia e Inglaterra, constituía la columna vertebral de Europa en términos demográficos, económicos, culturales y científicos, se asomaban, mediante larga y vigilante fachada al mar del Norte, encrucijada de los tráficos marítimos mundiales, donde se daban cita el Báltico y el Mediterráneo, el Indico y el Atlántico.
Con fáciles accesos terrestres y fluviales al traspaís germano, sólida y centralmente instaladas en el espacio europeo de más rápido progreso, compitiendo ya con la masa superior de los países mediterráneos, las provincias de Flandes aportaban a la monarquía de Felipe II una nada desdeñable participación en todas esas perspectivas.
Los Países Bajos abarcaban unos 75.000 kilómetros cuadrados, extensión que crecía paulatinamente gracias a las ya entonces tradicionales conquistas de tierras al mar.