Todo el mundo ha escuchado hablar de Albert Einstein, un nombre que ha superado con creces el ámbito de la física: se ha convertido en el símbolo del talento por excelencia, pero también del sabio excéntrico y rebosante de humor. ¿Cómo podemos explicar el hecho de que este científico sucesivamente alemán, suizo y estadounidense, que nos ha dejado la celebérrima fórmula E = mc, sea una de las figuras históricas más importantes del siglo XX? Para entender la fabulosa personalidad de Albert Einstein, debemos volver a sumergirnos en un siglo tormentoso y comprender cómo sus ideas científicas y políticas, particularmente modernas, transformaron la mentalidad y nuestra concepción del mundo.
Albert Einstein, científico brillante, hace saltar por los aires los modelos tradicionales heredados de las figuras más importantes de la física, desde Aristóteles (384-322 a. C.) hasta Isaac Newton (1642-1727), pasando por Galileo (1564-1642). Sus teorías de la relatividad especial y general revolucionaron las nociones de espacio y tiempo, y sentaron las bases de la física moderna. En 1921, obtuvo el Premio Nobel de Física con su trabajo sobre la naturaleza corpuscular de la luz, un tema considerado menos subversivo que la teoría de la relatividad, que en el momento de la entrega de premios era motivo de debate.
No obstante, Albert Einstein también se erigió como figura emblemática por su identidad y sus compromisos políticos y filosóficos. Judío, alemán, pacifista, comunista y sionista, el físico vivió los grandes acontecimientos de la historia del siglo XX, y sus posturas determinadas lo convierten en un personaje particularmente moderno.
Una breve historia sobre la física
A lo largo de toda la historia, los pensadores y los científicos más importantes, como Einstein, han intentado resolver los misterios del universo y han ofrecido respuestas muy diferentes a los mayores fenómenos naturales.
Aristóteles y las ciencias de la naturaleza
Aristóteles es uno de los intelectuales más importantes y más famosos de la antigua Grecia. No solo es el padre de las ciencias de la naturaleza ( physis significa «naturaleza» en griego; un concepto que en aquella época agrupa la biología y la física), sino también de la metafísica, que busca las causas de la existencia de nuestro universo. Elabora conceptos basados en el principio de la lógica y, principalmente, del silogismo, que consiste en un razonamiento lógico compuesto por dos proposiciones que llevan a una conclusión lógica.
Un ejemplo de silogismo
A continuación, te presentamos un ejemplo muy conocido de silogismo: todos los hombres son mortales; Sócrates es un hombre; por lo tanto, Sócrates es mortal. Evidentemente, para que el silogismo sea correcto, hay que seguir un razonamiento lógico.
Para Aristóteles, todo ser natural, sea cual sea, está constituido por los cuatro elementos básicos (tierra, aire, agua, fuego), mientras que los cuerpos pesados, como las estrellas y los planetas, están compuestos por éter, una sustancia divina. Aristóteles también expone el modelo geocéntrico: sitúa la Tierra, inmóvil, en el centro del universo, estable e inmutable con astros que efectúan movimientos circulares perfectos a su alrededor. La Iglesia retoma este modelo, ya que coloca al hombre en el centro del universo y, por lo tanto, en el centro de la creación divina.
Igualmente, Aristóteles considera que existe una separación clara entre cielo y Tierra, ya que ambos tienen comportamientos diferenciados por la naturaleza de los compuestos que los conforman: los compuestos pesados, como la tierra y el agua, tienen un movimiento natural que los dirige hacia el centro del planeta según su masa, mientras que los compuestos ligeros, como el fuego o el aire, tienden a dirigirse hacia el cielo.
Galileo y el heliocentrismo
Galileo pone en entredicho algunos conceptos aristotélicos e inicia el camino a una física más científica. En efecto, gracias a la observación de la naturaleza y no solamente a la simple lógica, demuestra que Aristóteles se equivocaba cuando afirmaba que los compuestos caían hacia la superficie terrestre más o menos rápido según su masa. En relación a esto, cuenta la leyenda que el científico habría reunido a los profesores de la Universidad de Pisa a los pies de la famosa torre y que habría arrojado dos objetos con diferente masa que habrían llegado al suelo a la vez; así se habría confirmado su teoría.
A pesar de la importancia de este descubrimiento, Galileo debe su fama sobre todo al hecho de haberse enfrentado al geocentrismo de Aristóteles, idea que la Iglesia católica retoma, y haber optado por el heliocentrismo. Con el desarrollo del telescopio, que permite observar los astros de más cerca, Galileo constata que la Vía Láctea está conformada por numerosas estrellas y que ciertos planetas, como Júpiter, se sitúan en el centro de minisistemas, un acontecimiento que anuncia tras haber establecido el paralelismo entre los satélites que giran alrededor de un planeta y nuestro sistema solar. Aún más importante: el astrónomo italiano percibe que la Tierra no está en el centro del sistema, sino que gira alrededor de él… Esto causa un gran impacto en las mentes moldeadas por la religión de la Edad Moderna.
Un científico perseguido por la Iglesia
Galileo mantiene algunas discrepancias con la Iglesia por su teoría del heliocentrismo, que sitúa al sol en el centro del universo. La Inquisición también lo condena a no enseñar nunca más esa teoría, antes de obligarlo a exponerla como una simple hipótesis paralela al modelo aristotélico. Sin embargo, Galileo desobedece y logra demostrar el movimiento realizado por la Tierra. El astrónomo, que se arriesga a acabar en la hoguera, probablemente jamás pronuncia las famosas palabras « Eppur si muove » («Y, sin embargo, gira»), pero aun así, es condenado a un arresto domiciliario. La Iglesia no rehabilita oficialmente al científico hasta 1992, bajo el pontificado de Juan Pablo II (1920-2005).
Newton y la gravedad
Isaac Newton sigue siendo en la actualidad uno de los científicos más importantes de la historia por su descubrimiento del principio de gravedad que, según la leyenda, habría surgido tras la caída de una manzana. Gracias al desarrollo del cálculo diferencial e integral que se requiere para corroborar su teoría, Isaac Newton demuestra que existe una fuerza de gravedad que atrae todos los cuerpos de manera proporcional a su masa respectiva e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Así, la caída de los cuerpos se debe a una fuerza, no a su naturaleza intrínseca, como pensaba Aristóteles, y esta fuerza puede calcularse con la siguiente fórmula: